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Los marginados de la prosperidad

Más de 32 millones de estadounidenses viven por debajo del nivel de pobreza

La pobreza apenas se ve en Estados Unidos. Se oculta en remotas áreas rurales o se esconde a la vista de todos en cascos urbanos oxidados, que sólo se cruzan camino del mall, los grandes centros comerciales. Pero existe. Más de 32 millones de norteamericanos, el 12% de la población, viven por debajo del nivel de pobreza en un país que lleva 10 años de bonanza económica ininterrumpida. Los marginados de la prosperidad también lo han sido en la campaña electoral. Ni Bush ni Gore han prestado mucha atención a esta franja de la sociedad que ni vota ni consume."Aquí uno puede convertirse en pobre con mucha facilidad. La gente vive muy endeudada comprando casas que no pueden permitirse. Se llegan a gastar el 70% de sus salarios en hipotecas. Basta con que se queden sin trabajo para que se les eche todo encima. Los programas sociales se han reducido drásticamente en estos últimos 15 años, desde la era Reagan, y nunca se han recuperado", dice Jeanine Murphy, jefa de operaciones de Emmaus, una organización que se dedica a proveer alojamiento a los más necesitados de Haverhill, una pequeña localidad de Massachusetts.

A Murphy le sobra trabajo. Haverhill, una de las ciudades dormitorio de Boston, tiene 57.000 habitantes, la gran mayoría blancos, y unos 7.000 indigentes, un auténtico problema para una comunidad tan pequeña. John Cuneo, director de Community Action, un programa de servicios sociales, asegura que, además, las estadísticas engañan. "Las cifras de paro no traducen la realidad. Es cierto que ahora apenas hay desempleo, pero también hay mucha gente que cobra poco más del salario mínimo . Trabajan en el McDonald's o en el Wendy. Éstos no ven nada de la nueva economía".

La marginación económica no sólo es negra o hispana, también es blanca. En el centro de Haverhill, la parte más desolada de la ciudad, se ha quedado la vieja imigración de los años veinte que vino a llenar las fábricas de la entonces "capital mundial del zapato", una industria que se fue a pique y nunca se recuperó. Los descendientes de italianos, polacos, irlandeses, griegos y canadienses de origen francés siguen ocupando las casas destartaladas del casco antiguo. Vallas metálicas rodean los jardines descuidados. Viejos Chevrolet, con falsos revestimientos de madera, o camionetas Ford de una época indeterminada, duermen en los garajes.

Haverhill tiene una larga tradición obrera. A principios de siglo eligió al primer alcalde socialista de Estados Unidos, John C. Chase. Ahora domina la apatía. "Aquí la gente pasa completamente de la política. Prefieren hablar de los Red Sock y de los Patriots . Si Clinton se volviera a presentar votaría por él", dice Marc Benedetti. Está en la modesta tienda que fundó su padre Joe, hace 40 años, en Bedford, la zona de Haverhill donde llegaron los primeros italianos. Bush y Gore, productos del establishment político norteamericano, no han despertado gran entusiasmo en este barrio obrero.

Los dos candidatos a la presidencia han dedicado pocos discursos a los más marginados. Gore se ha puesto como objetivo reducir el número de pobres al 10%, ampliando los programas de ayuda federal, sobre todo a los niños, más afectados que los adultos (el 17% de los menores de edad estadounidenses vive en la pobreza). Bush, el conservador compasivo, ha propuesto impulsar la labor de organizaciones privadas locales, preferentemente religiosas.

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"La verdad es que ninguno me convence mucho. Bush no ha pegado palo al agua en su vida, Gore parece un poco más honesto. Supongo que acabaré votando demócrata", dice Marc. El pequeño establecimiento de comestibles no ha cambiado mucho desde que abrió sus puertas por primera vez. Todo huele a viejo. El olor a aceite rancio impregna las paredes (la especialidad de la casa son las alitas de pollo fritas), en las estanterías se acumulan viejas fotos de familia. Se venden todos los tipos de lotería del Estado de Massachusetts: Hot Dice, Lucky Dice, Bonus Millions, Fast Cash, Strike Rich, Draw Poker. A ver si por fin toca algo de suerte.

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