El Madrid también disfruta en Anoeta
El conjunto de Del Bosque apabulla a la Real Sociedad apelando a la calidad individual y minusvalorando el juego colectivo
El partido se jugó en el césped, pero se visualizó en el túnel de vestuarios. Salvo en el caso de Roberto Carlos, lesionado, los otros dos futbolistas del Real Madrid sustituidos se retiraron cariacontecidos a la ducha. Todos querían seguir jugando esa especie de entrenamiento con prestigio que agradecen los profesionales para descargar adrenalina y probar florituras y detalles. Partidos sin más historia que la estadística (primera victoria a domicilio del Madrid desde el 14 de mayo, sexto aniversario de Raúl en la élite, elongación del estado de buena esperanza del equipo madridista, acoso al liderato de la Liga), sin importar en demasía los aspectos puntuales del juego. Porque el Real Madrid ganó a un equipo inválido, al que, como el Barcelona, le perdonó el sonrojo de una goleada apabullante que se preveía inapelable.La Real es un equipo fantasmagórico, atenazado, incapaz, que al amparo de su nueva circunstancia (nuevo técnico, apelación a la testosterona) al menos tuvo la dignidad por bandera para capear el temporal que le propuso el Madrid, al amparo de la calidad individual, el factor más diferencial del fútbol. Poco le importó al equipo de Del Bosque que el acordeón no funcionara, que Makelele o Geremi se perdieran en una sucesión de errores en el pase, que a Karanka le costara un potosí fijar las marcas, comprometiendo a Fernando Hierro, que Roberto Carlos o Raúl deambularan dejando apenas unas gotas de perfume futbolístico sobre el césped de Anoeta para no pasar desapercibidos. Con Helguera omnipresente, Savio desequilibrante y Guti inteligente, se bastó el Madrid para condenar a un equipo que ha bajado los brazos hace tiempo y que ayer apenas atisbó una cierta recuperaciòn de la autoestima, cuando menos por la producción de ocasiones y el afán, no correspondido, de agradar.
REAL SOCIEDAD 1 REAL MADRID 4
Real Sociedad: Alberto; Fuentes, Gurrutxaga, Pikabea, Aranzabal; Jauregi, Aranburu; Koklov (Gabilondo, m. 57), Idiakez, De Pedro (De Paula, m. 57); y JankauskasReal Madrid: Casillas; Geremi, Hierro, Karanka, Roberto Carlos (Solari, m. 57); Makelele (Sanchis, m. 77), Iván Helguera; Figo, Guti (Morientes, m. 70), Savio; y Raúl. Goles: 0-1. M. 12. Jugada personal de Figo que cede a Savio, su disparo lo rechaza la defensa, pero el brasileño vuelve a hacerse con el balón y cede a Guti que bate a Alberto. 0-2. M. 42. Penalti de Gurrutxaga a Guti, que transforma Hierro. 0-3. M. 46. Despeje defectuoso de Pikabea, que aprovecha Figo para marcar de fuerte disparo por la escuadra. 0-4. M. 62. Savio marca, tras desviar su disparo un defensa realista. 1-4. M. 78. Jankauskas empuja un pase de De Paula tras un error de la defensa. Árbitro: Ramírez Rodriguez. Amonestó a De Pedro, Aranburu, Karanka y Savio. Unos 25.000 espectadores en Anoeta. Debut de Periko Alonso en el banquillo de la Real.
El Madrid le fulminó en un par de instantes. La conexión Figo-Savio y la colocacón de Guti fraguó el primer gol antes del cuarto de hora. La confianza de Figo para desatender a Raúl y jugársela a un tiro por la escuadra consumó el tercero. El segundo sirvió para desnudar las carencias de la Real: Gurrutxaga hizo penalti a Guti, tras un saque de banda. La desaplicación defensiva de la Real es sólo comparable a su impotencia goleadora. La presencia de Alberto en la portería tampoco rebajó la producción de goles encajados. No tuvo culpa en ninguno de los cuatro, pero observó algunas lagunas que demuestran que Clemente con la contratación de Asper no ganó un portero, sino que perdió a dos. El Madrid, por su calidad puntual (más que individual) se permitió el lujo de hacer la vista gorda a los despistes de Iker Casillas (que se consagró como portero en este estadio, la pasada temporada) y a la desatención colectiva en el juego defensivo. La Real se fue del partido por méritos propios tras malgastar una ración de oportunidades cuando el Madrid gestionaba con alguna indolencia el primer gol de Guti. La Real de Clemente, con Periko Alonso, no está para muchos trajines y lo que perdonaron Koklov y Jankauskas en ese período lo pagaron con el penalti infantil de Gurrutxaga.
La calidad, que determinaba el partido, la certificó Figo, en el primer minuto de la reanudación para ahogar el ímpetu de un rival menor, pero herido. El resto fue una colección de taconazos, punteritas, desarreglos defensivos, a los que se sumó incluso Jankauskas con una rabona que no venía a cuento de nada y tan mal ejecutada como planteada. Todo un caso de inferioridad mal entendida en la Real, entregada a la evidencia de un equipo superior que sólo tiró de catálogo personal para hacerse con el partido de principio a fín.
Corren malos tiempos en la Real, donde no se atisban soluciones, mientras el Madrid disfruta del estado de gracia de futbolistas individuales cuya suma produce por sí misma un efecto multiplicador. Una dosis de Guti y de Savio, otra de Helguera, unas gotas de Figo y una sólida base de Fernando Hierro producen resultados inapelables. Ayer firmaron entre los cuatro una goleada previsible, ni bella ni afortunada. Simplemente, ajustada a derecho.
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