"No tendremos más paciencia con Pacheco"

Pregunta. El discurso que llevó al 12º congreso era que la etapa de la dualidad del PA, dividido entre Alejandro Rojas-Marcos y Pedro Pacheco, había terminado. Sin embargo, el congreso se cerró con una bronca entre los dos y su figura pasó a un segundo plano. ¿En qué papel queda usted?Respuesta. Yo no doy esa lectura al congreso, es algo más simple: la decisiones se toman en los órganos colectivos. Ya no va a ocurrir que se piense que si no tenemos un determinado candidato el partido no va obtener resultados.

P. Pero lo que le digo es que la pelea entre Rojas-Marcos y Pacheco en el congreso le destrozó a usted el discurso y eclipsó su victoria. Que la rivalidad entre los dos sigue marcando el PA.

R. Vamos a ver. No es comparable lo que hace Rojas-Marcos: una intervención en el congreso, donde tiene derecho a decir lo que le dé la gana; y lo que hace Pacheco: insultar fuera del congreso, nunca permitiendo el debate en el seno del partido. El papel que me dejan es el de un problema que como secretario general tengo que resolver.

P. ¿Rojas-Marcos se conformará con ser un presidente únicamente representativo?

R. Estoy seguro. Es un militante, lo que pasa es que por su trayectoria lo que dice tiene un efecto multiplicador. No se puede uno ir a un rincón a llorar y quejarse: Rojas-Marcos me va a tapar. ¡Pues si me tapa mala suerte! ¡Tendré que procurar que no me tape nadie! Si no soy capaz a lo largo de estos cuatro años de demostrar que soy un secretario general por encima de los demás miembros, y si me va a dar miedo que otros tengan el protagonismo, me voy a mi casa porque no valdré para esto.

P. Otro de los objetivos del congreso que usted se fijó era derrotar a Pacheco por la fuerza de los votos y no por la vía disciplinaria. Su victoria, por el 58%, no lo ha resuelto, y encima de la mesa está la expulsión.

R. Esto es elemental: no conocemos ningún sistema mejor en el mundo que el de la democracia. Y gana el que tiene más votos, y Pacheco tiene el 20%. Un demócrata, que además es andalucista, tiene que aceptar los resultados y procurar no hacerle daño al partido. Y Pacheco no ha actuado ni como demócrata ni como andalucista. Le importa un rábano perjudicar al PA. Es una actitud infantil. Es verdad que creíamos que un congreso resolvería el problema, pero hemos visto que no, porque un congreso no resuelve las lagunas democráticas que tiene una persona. Habrá que buscar otras vías. Lo que no podemos es admitir que se esté en una organización sin aceptar la mayoría. ¿Usted se imagina en su empresa a alguien pegándole fuego al quiosco? Lo pondrían en su casa ¿no?

P. Antes del congreso había unas familias y unas corrientes enfrentadas. Una vez cerrado, siguen igual y usted tiene los mismos apoyos que tenía. Además, ni Antonio Moreno ni Julián Álvarez le respaldan.

R. Hay una nueva dirección democráticamente elegida y todos los militantes tienen que estar al respeto de esta nueva dirección. Y el que no esté en está línea, lógicamente está invitándonos a actuar con las leyes que el partido se ha dado. Si alguien cree que vamos a vivir en el desgobierno porque un 20% es más importante que el 58%, se equivoca. Tenemos la legitimidad de la mayoría absoluta y actuaremos.

P. ¿Se refiere también a Nuevo Andalucismo?

R. Me refiero a todo el mundo. Se ha acabado lo que se daba: hemos vivido en el desgobierno del 12 de marzo al 22 de octubre. En ese plazo todo el mundo ha dicho lo que ha querido, más allá de lo razonable. O eso se entiende, u obligarán a la dirección a actuar. Aquí no hay dos ni tres partidos, ni 40, aquí hay un partido. O sea, que no.

P. La expulsión de Pacheco en 1993 tuvo un coste muy alto para el PA. Las elecciones que siguieron fueron un desastre. ¿Han valorado las consecuencias?

R. Sí, pero es lo mismo que los malos tratos en los matrimonios. Vemos a la mujer con un ojo morado y dicen: "Aguanta por los niños, por los niños..." Pero es que las torturas no se pueden aguantar. Las consecuencias de la expulsión caerán sobre mí y sobre el partido, bueno. ¿Y es digno aguantar los maltratos? Se llega a un momento que no se puede soportar. A lo mejor me tengo que ir a una casa de acogida, pero el maltrato no lo aguanto. Además, no son las mismas circunstancias que en 1993 porque la sociedad ha visto que el Santo Job militaba en el PA y en el sector oficial. La sociedad no puede exigirnos más paciencia con Pacheco No la tendremos.

P. ¿Y los carnés que se perderán?

R. Lo más lamentable es que alguna gente va a sufrir sin quererlo las consecuencias, porque el demócrata no permitirá disensiones en sus filas.

P. Da la impresión de que tiene decidida ya la expulsión.

R. Yo no tengo decidido nada: eso lo hacen los órganos después de los debates. Lo que tengo muy claro es quién va a marcar la pauta y el camino del PA. Y no lo va hacer ninguna corriente, ningún líder. Nadie. Y cuando digo líder no vayamos a pensar sólo en Pacheco y Rojas-Marcos. Digo nadie. Lo va a hacer la dirección.

P. Está usted muy a la defensiva. ¿Cree que otros dirigentes, además de Pacheco, se van a rebelar? ¿Percibe que se cuestiona su autoridad?

R. Ni se me cuestiona ni puedo dejar que se me cuestione. Lo que ocurre es que, hombre, estar discutiendo lo que es obvio... Es obvio que Pacheco ha perdido por goleada, porque por la misma regla de tres que se suma el 20% de Pacheco con el 20% de Moreno, yo sumo mi 58% y el 20% de Moreno. Pacheco ha perdido frente a un 78%, por goleada.

P. ¿Elegir a la ejecutiva por lista bloqueada es un obstáculo a la hora de hacer una síntesis de todas las sensibilidades del PA?

R. Si alguien hubiera tenido intención de integrarse, si no se estuviera pensando ya en el próximo congreso, si nuestro único pensamiento fuera hacer el partido más grande, hacerlo crecer, aquí no habría problemas. Alguno dice: "No me voy a integrar porque me situó en desventaja dentro de cuatro años". Está pensando permanentemente en él.

P. ¿Qué reflexión hace de la imagen que ha proyectado el PA?

R. Hemos dado la peor imagen: un partido que está tirándose ladrillos a la cabeza. Han sido muchos meses de enfrentamientos que no se merecen los electores.