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Tribuna
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El traslado

El traslado de la sede de los juzgados de lo Social de la calle Niebla al edificio Viapol y la celebración de las vistas en la planta del semisótano no han traído una mejora en las condiciones en que se desarrolla la actividad judicial. La decisión de un juez de Sevilla de suspender los juicios, por la imposibilidad de celebrar las vistas en condiciones mínimas de dignidad, y la queja que más de 20 profesionales del derecho han cursado ante las instituciones han sido las primeras decisiones que se han adoptado.No se trata de decisiones carentes de justificación. En Sevilla es la primera vez que un juez suspende las vistas por este motivo y que se cursa una queja de esta naturaleza. Sin embargo, una y otra era razonable que se produjeran.

El traslado de la sede de los juzgados de lo Social se ha hecho con desconocimiento de la forma en que se desarrollan los juicios en este orden judicial. Son juicios que requieren de la presencia de todas las partes y en los que, además, intervienen testigos, peritos, etcétera. Si a esta realidad se añade que existen 11 juzgados de lo Social y que cada juzgado celebra unos 20 juicios, dos días a la semana, se puede llegar a convocar a 160 personas por día de señalamiento y juzgado.

Tratar de celebrar juicios contando con una sala única de espera, cuyas dimensiones son insuficientes para el número de personas que son convocadas, no soluciona el problema. Tampoco aumentar el número de sillas, salvo que se coloquen como en el cine y los de delante avisen a los de atrás de la marcha de los procesos. Tal vez, aprovechando que vivimos en un mundo de comunicación, la existencia de salas para los profesionales y la colocación de paneles que indicaran el juzgado y el juicio que se va a celebrar ayudarían a la solución.

En cualquier caso, mientras llegan las sillas, podría ser bueno que los jardineros que cuidan los potos del edificio se colocaran unos mosquetones de seguridad. Evitarían su posible caída en un lugar en el que se juzgan las infracciones de medidas de seguridad. Las personas en espera no tendrían que estar pendientes nada más que de buscar una silla, sin tener que preocuparse de que se les cayera el cielo encima.

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