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Recuerdos contra el fascismo

Vecinos de El Coronil (Sevilla) rinden un emotivo homenaje a un grupo de brigadistas, guerrilleros y exiliados

George Sossenko llegó a España en agosto de 1936. Tenía 16 años y venía desde la Unión Soviética para alistarse como brigadista en el Ejército republicano, con el que combatió en las filas de la anarquista Columna Durruti. "No sabía hablar ni una palabra de español pero vine a luchar por mis ideales. El primer pueblo español al que llegué fue Puigcerdá (Girona) y la alegría, el amor y el ambiente de hermandad que encontré allí son muy parecidos a lo que se vive aquí hoy"."Aquí" es la caseta obrera del recinto ferial de El Coronil (Sevilla, 5.140 habitantes) en la que el Ayuntamiento de la localidad ofreció ayer un emotivo homenaje al grupo de brigadistas internacionales, guerrilleros antifranquistas y niños evacuados a Rusia durante la guerra civil que recorren España estos días en lo que se llama la Caravana de la memoria, que pretende rescatar del olvido a todos los que dieron su juventud para luchar por sus ideales y los de la República.

Hasta tres veces sonaron los himnos de Riego y Andalucía y la Internacional durante el transcurso del acto. Los casi mil asistentes, de todas las edades, rodeados por las decenas de banderas republicanas y de Andalucía que decoraban la caseta, cantaron, aplaudieron y lloraron junto a los veteranos visitantes mientras éstos fueron recordando.

"No he sabido querer ni me han querido, un solo gran amor iluminó mi alma: España", recitó Josefina Iturriarán, una cántabra que salió en un barco hacia Rusia en 1937. Vicente Ramos, vizcaíno de 69 años, explicó que los niños de la guerra fueron "huérfanos con sus padres vivos". "Nuestras vidas son una pura tragedia", añadió.

Vicente y sus compañeros Francisco Mansilla, de 74 años, y Francisco Vargas, de 75, recordaron ayer las miserias vividas en la Unión Soviética, un país en guerra en el que crecieron solos. "Yo tuve piojos desde 1941 hasta 1957. En el internado hacíamos carreras con ellos", recordó Mansilla. "Menos mal que teníamos buen humor, si no...".

Diego Cañamero, alcalde de El Coronil y miembro del Sindicato de Obreros del Campo (SOC), señaló en una encendida intervención la necesidad de conservar la memoria histórica para no repetir los errores del pasado y criticó el silencio que la transición impuso sobre determinados aspectos de la historia reciente de España, como las vidas de quienes ayer fueron sus huéspedes. "Si en las escuelas se recuerda a los romanos, a los cartagineses o a los árabes, ¿por qué no hablarles a los niños de lo que sufrieron nuestros padres y abuelos?", reclamó Cañamero.

Elisabeta Parchena estaba ayer dispuesta a mantener viva esa memoria. Parchena participó como brigadista internacional en el XIV cuerpo de guerrilleros. "Tuve muchos compañeros andaluces. Algunos de ellos fueron mis mejores amigos. Eran los mejores combatientes. Ninguno de ellos está ya vivo; pero estoy segura de que muchos de los jóvenes que están hoy aquí podrían luchar como ellos contra la amenaza del fascismo", dijo mientras el público la aplaudía puesto en pie.

"¡España, mañana, será republicana!", gritaban los vecinos de El Coronil y muchos otros venidos de pueblos de toda la provincia y el resto de Andalucía. Algunas señoras de la edad de los brigadistas y exiliados, vestidas de domingo, lloraban emocionadas al finalizar el homenaje mientras cantaban el himno de Andalucía con el puño en alto. Cañamero alertó: "No hay derrotas definitivas ni victorias definitivas. El fascismo siempre está ahí, dispuesto a volver".

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