Gore y Bush se ríen de sí mismos
Los candidatos a la presidencia hacen alarde de un sentido del humor necesario para triunfar en EE UU
"Yo nunca exagero, como bien saben Tipper y mis 11 hijas", declaró Al Gore. "Una de las primeras cosas que haré en la Casa Blanca será asegurarme de que en la biblioteca hay libros con muchas imágenes y la letra bien grande", dijo George Bush. Así, riéndose de sí mismos en una cena de gala y varios programas de televisión, los dos candidatos a la presidencia de Estados Unidos desengrasaron su campaña en la noche del jueves al viernes en Nueva York.Les quedan dos semanas y media para desempatar el partido presidencial más reñido en décadas. Nadie triunfa en EE UU si no exhibe humor, y por eso las pugnas por la presidencia están puntuadas de momentos voluntariamente divertidos, momentos como la cena de gala celebrada en Nueva York para cosechar fondos para las actividades caritativas de la diócesis católica.
Al ágape, presidido por el arzobispo Edward Egan y en el que se recaudaron 900.000 dólares (180 millones de pesetas), asistieron vestidos de esmoquin Gore y Bush. Los dos respetaron la regla de juego que establece que hay que divertir a la audiencia y que el mejor modo de hacerlo es bromeando sobre las propias debilidades. Mirando a la encopetada audiencia, Bush, al que Gore acusa de favorecer a los ricos con su recorte masivo de impuestos, dijo: "Algunos les llaman a ustedes la élite, pero yo les llamaría mi base". Hasta Gore se desternilló. Pero el candidato demócrata también atajó con salero las acusaciones de que tiene una incorregible tendencia a maquillar la realidad. Delante del arzobispo Egan aseguró que él nunca exagera, como lo saben sus "11 hijas". Gore es padre de familia numerosa (3 hijas y 1 hijo), pero no tanto.
Gore estuvo estupendo cuando explicó con un caso concreto su campaña para defender a las "familias trabajadoras" de EE UU. "Por ejemplo", dijo, "esa mujer que está aquí esta noche, cuyo marido está a punto de perder su trabajo. Ella está luchando para conseguir una casa y un empleo por su cuenta. ¡Hillary Clinton, voy a luchar por ti!". Hillary y el republicano Rick Lazio, su rival por un escaño en el Senado, se troncharon. Esa misma noche, Bush pasó el examen de la comparecencia en el programa satírico de David Letterman, que ya había aprobado Gore en septiembre. Al gobernador de Tejas se le vio a gusto consigo mismo. Estuvo serio al hablar de la pena de muerte, el atentado contra el destructor Cole y la crisis en Oriente Próximo, pero no desaprovechó la ocasión de hacer burlas sobre su propio personaje. Dando golpecitos al micrófono, explicó: "Ahora siempre chequeo". Fue una aplaudida alusión a su metedura de pata cuando, sin darse cuenta de que el micrófono estaba abierto, tildó en un mitin de "gilipollas" a un periodista de The New York Times.
Bush detalló a Letterman las 10 novedades que introduciría en la Casa Blanca. "Una nueva regla en las reuniones del gabinete será que nadie puede hablar hasta haber cabalgado el toro mecánico", dijo el político identificado con el espíritu cow-boy de Tejas. Y aludiendo a su escasa pasión por la lectura, el gobernador de Tejas informó de que en su biblioteca presidencial habrá libros "con muchas imágenes y la letra bien grande".
El maestro Clinton
Gore y Bush grabaron el jueves por separado en un estudio neoyorquino sus comparecencias en el programa Saturday night live que se emitirá el 5 de noviembre. Bush imitó al actor que le caricaturiza en el programa y le presenta como un tontorrón que repite las obviedades que le han obligado a aprender y se equivoca cada dos por tres. Leyendo en un prompter (la pantalla de lectura de los locutores), el Bush de verdad dijo: "Soy gobernador del segundo Estado más grande de nuestra nación, que es más grande que cualquier otro, excepto uno".Gran país éste que exige a sus futuros líderes que se ridiculicen en público. Gore, que también demostró cómo hipnotizar a un pollo, y Bush superaron con soltura esa prueba. Eso sí, ninguno estuvo a la altura del maestro Bill Clinton. En primavera, en su última cena con los corresponsales de la Casa Blanca, presentó un vídeo en el que interpretaba su papel de presidente que se aburre. En una escena corría tras la limusina de Hillary llevándole el almuerzo en una bolsa; en otra jugaba a los barquitos con el consejero militar. Y, según Clinton, éste será el primer elemento de su currículo: "Diseñó, construyó y pintó un puente para el siglo XXI".
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