UNA IGLESIA SOBRE RAÍLES
Con el mismo empeño que puso Stalin en convertir iglesias en solares, trasteros o almacenes, la nueva Rusia se dedica a reconstruirlas, a levantarlas de nueva planta o a ubicarlas en extraños soportes. Hasta 12.000 en los últimos 10 años, según el patriarca ortodoxo, Alejo II, que consagró el miércoles en la estación ferroviaria moscovita de Kiev un templo con ruedas de acero y que se desplaza sobre raíles. En realidad, se trata de un vagón de tren especialmente acondicionado, con cargo al presupuesto del Ministerio de Ferrocarriles, y al que no le falta ni iconostasio, ni altar, ni vasos litúrgicos. Una imagen de la Virgen de metro y medio de alto y uno de ancho, cristales de colores en las ventanas y una oración grabada en letras de oro y ruso antiguo identifican desde fuera a esta peculiar iglesia, a la que se ha adosado un vagón especial que sirve de vivienda a los popes y seminaristas. Ayer, la comitiva se puso en marcha rumbo a la región de Arjángelsk, en el gélido norte. Su objetivo es celebrar misas, bodas, bautizos y toda clase de oficios religiosos en lugares a los que el comunismo privó de templos estables. La idea tiene un antecedente que se remonta a 1896, cuando el zar Nicolás II promovió un tren-iglesia que se desplazaba por Siberia. En los últimos años se han acondicionado otros dos vagones, uno en el Extremo Oriente y otro cerca de Sochi, en el mar Negro, aunque por el momento estáticos. Además, dos iglesias flotantes, construidas sobre plataformas remolcadas por barcos, se desplazan ya por el Volga y por el canal que une con el Don a este río, el más largo de Europa. La última de ellas fue consagrada el pasado julio en un muelle de Volgogrado, antigua Stalingrado y antes aún Tsaritsin, cuya defensa contra los "blancos" dirigió Stalin en la guerra civil que siguió a la revolución de 1917.-
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