Santiago Gamboa y José Ovejero narran historias de la vida común
Las obras Vida feliz de un joven llamado Esteban, de Santiago Gamboa (Bógota, 1965), y Qué raros son los hombres, de José Ovejero (Madrid, 1958), tienen en común haber sido editadas en la misma colección (Ficcionario, Ediciones B) y girar en torno a "la vida común y corriente contada por dos narradores de excepción", según explicó ayer el escritor Juan Manuel Fajardo. Estas circunstancias le llevaron ayer a presentar conjuntamente en Bilbao dos libros que apenas coinciden en el resto de características. Gamboa, uno de los nombres destacados de la nueva narrativa latinoamericana, alejado de la tradición del realismo mágico, narra la autobiografía de un joven con pretensiones literarias. "Cuenta la pequeña pequeña vida de un hombre que habla de los grandes sentimientos de los seres humanos", aseguró Fajardo. "Es una novela que rompe con los tópicos de la literatura latinoamericana".
El escritor Félix Maraña señaló que la obra de Ovejero, formada por 11 relatos, transmiten "una parábola del desamor" y de "la falta de transferencia de los afectos", en unas narraciones que se convierten en "un tratado de caracterología", que incide en la forma en que se comportan los seres humanos en un día cualquiera. El humor y la economía del lenguaje son los rasgos que Maraña destacó en Qué raros son los hombres.
Ovejero reconoció que le gusta buscar en sus cuentos la parte oscura de los seres humanos. "Persigo a los personajes hasta el lugar donde creen que nadie los ve. Me gusta ir allí y saber los que piensan en esa cara oculta de su personalidad", dijo. "Araño la realidad y veo qué hay debajo. Mis cuentos viven de esa tensión".
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