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Izetbegovic, último líder de la guerra de Bosnia, deja la política activa

Ramón Lobo

Manos limpias

Los tres principales actores políticos de la guerra de Bosnia-Herzegovina (1992-1995) han desparecido de escena; Franjo Tudjman, presidente de Croacia, falleció en diciembre de 1999 de un cáncer; Slobodan Milosevic, presidente de la Federación yugoslava, acaba de ser depuesto en Belgrado por el veredicto de las urnas y la fuerza de la movilización popular; y Alia Izetbegovic, presidente musulmán de Bosnia, hizo efectiva ayer su dimisión del cargo por razones de edad (75 años).Disidente y poeta místico durante la etapa comunista de Josif Broz Tito, Izetbegovic convirtió un inexistente nacionalismo religioso en la única etiqueta posible para forjar la identidad nacional en una guerra étnica como la de Bosnia, donde los croatas hacían gala de su catolicismo y los serbios de un cristianismo ortodoxo.

Al comienzo de esa guerra, Izetbegovic hizo gala de una visión política naïf, cuando ordenó la entrega de las armas al Ejército yugoslavo para evitar que éstas cayeran en manos de los radicales. Su error fue no comprender que los más radicales eran los miembros de las Fuerzas Armadas.

Durante el cerco de Sarajevo manejó con gran acierto sus escasas herramientas: creó un Ejército de la nada (con ayuda financiera del mundo islámico) y consiguió proyectar en la opinión pública internacional una imagen de víctimas de una guerra tribal y salvaje. En esos tiempos, su popularidad era elevada. Con la llegada de la paz, en la que tuvo también un papel destacado en los acuerdos de Dayton (logrados en diciembre de 1995), sus apoyos internos comenzaron a declinar. Ahora, tras cumplir 75 años de edad, ha hecho efectiva su anunciada retirada definitiva.

A diferencia de Milosevic (procesado por el Tribunal Penal Internacional de La Haya) o de Tudjman, que reunió méritos sobrados para seguir ese camino, Izetbegovic logró transitar por la guerra con las manos limpias y una imagen de honestidad. En Occidente se le apoyó como la única opción moderada, con el fin de evitar la matanza y su dependencia militar de países considerados radicales como Irán. Su visión religioso-nacionalista le enfrentó a otros partidos políticos laicos bosnios, y ésta ha sido a la postre la que ha socavado su popularidad en los últimos años, donde se ha mostrado como líder incapaz.Uno de los mayores logros de Izetbegovic fue evitar la desaparición de Bosnia. "Hay que otorgarle el crédito por ello", asegura James Lyon, director del Grupo Internacional de Crisis en declaraciones a Reuters. "Otro punto a su favor es su visión de Bosnia como un Estado, como una unidad política y geográfica", sin excluir a las minorías croata y serbia que viven en sus fronteras.

Entre sus puntos negros está la corrupción, nacida de la época de la guerra (contrabando de gasolina), y que, de alguna manera, se ha mantenido durante la paz malgastando muchas de las ayudas recibidas para la reconstrucción.

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