Somiatruites
Habitaban los sueños los confines tenebrosos del occidente. Allí, en las lejanas riberas del océano del fin de las tierras, los presintió Homero y los identificó Ovidio como Morfeo, Icedo y Fantasio, anunciando verdades futuras a los mortales. Hasta allí viajarían las almas, según nuestras abuelas, abandonando el durmiente cuerpo para atraparlos y visitar los lugares y situaciones que se sueñan. Por eso, nunca corrían el riesgo de despertarnos de súbito, porque el alma, metida en tan lejanas navegaciones -si el alma era una palometa, psique, el sueño volaba con alas de mariposa-, podría no tener tiempo de volver y, al privarla del regreso, se condenaría al cuerpo a vivir sin ánima.La Luna, el lado oscuro, mágico, intuitivo, fantástico (somniatruites) e inconsciente de la naturaleza influiría en los sueños. Los mejores los engendraba cada Luna llena -Lluna plena, tu que ens veus a ell i a mi, fas que aquesta nit somnie en qui es casarà amb mi- y los de octubre eran extraordinarios, pues es la luna más poderosa -Lluna d'octubre, set llunes cubre, i si plou en cobrix nou-, por eso podía convertir en realidad el hijo deseado con esta oración: L'home i la dona quan s'ajunten no fan pecat: bona és la Lluna plena d'octubre, bo és Déu que l'ha creat.
La medianoche desataba mundos encantados y poderes ocultos y el plenilunio desvelaba los misterios. A partir de ese embrujado punto se soñaban los válidos como agüero; su acción augural caducaba a los tres días; se iba a toda prisa a ca la somnieta, la mujer con "gracia", que igual amasaba cataplasmas que medía, cinta en mano, empachos, y hacía hablar a los sueños con su arte de leerlos, aprendido hoy, víspera de su patrona santa Teresa: A santa Teresa oferisc el somni que he tingut; si és bo, que vinga amb mi; si és dolent, la mar se l'enduga.
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