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Tribuna:LA SITUACIÓN EN EL PAÍS VASCO
Tribuna
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La tradición y la memoria

Antonio Elorza

La expulsión del PNV de la Internacional Demócrata Cristiana constituye un acontecimiento triste, pero lógico. Respecto de lo segundo, conviene recordar que los nacionalistas vascos habían abandonado ya las filas del Partido Popular europeo, para buscarse un acomodo allí donde no pudieran ser objeto de las presiones propias de grupos como los democristianos conservadores, poco inclinados a aventuras como ponerse a cambiar fronteras desde irredentismos enloquecidos y entablar alianzas con portavoces del terrorismo político. Por otra parte, la decisión alcanzada en Chile constituye una advertencia: el camino emprendido por el PNV en los últimos años lleva a su aislamiento a escala internacional, y a la condena de unos objetivos políticos enfrentados con la tradición democristiana.Es sin duda también un hecho triste. Fue la representante de Unió Democràtica de Catalunya la que buscó un resquicio para que la expulsión no se produjera. El gesto suponía un homenaje a la memoria histórica, a la vieja amistad política y personal de Carrasco Formiguera, el político democristiano catalanista luego fusilado por Franco, con hombres del PNV también animados por un claro espíritu democrático en 1936. Nunca a lo largo de su vida política cortó el PNV del todo el cordón umbilical con la concepción integrista y xenófoba del catolicismo político que definiera Sabino Arana, pero a lo largo de su historia fue elaborando un planteamiento mucho más abierto, sinceramente cristiano y sinceramente democrático, como el que el alavés Francisco Javier Landáburu supo reflejar en La causa del pueblo vasco, en 1956: independiente o libremente integrada con otras nacionalidades en una España (con)federal, siempre por procedimientos democráticos, bajo el signo de su fe cristiana, "progresista y espiritualista a la vez debe ser Euskadi". Una trayectoria que arranca de la Segunda República, sólidamente arraigada en muchos militantes del PNV y que ahora se ve truncada.

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Aun antes de que tuviera lugar este corte simbólico en Chile, se habían materializado los actos, las palabras y los gestos de la actual dirección. Carente de solidaridad cristiana y democrática hacia los partidos que ven caer uno tras otro a sus militantes, es la intolerancia del viejo carlismo lo que aflora en la sucesión de desplantes y exabruptos con que Arzalluz glosa la muerte ajena. De Ibarretxe, más allá de reseñar la expresión de comulgante con que saluda a los obispos que le sonríen, nada hay que decir: en un conflicto tan grave como el actual, lo suyo es resistir, según sus palabras en el Alderdi Eguna, "a cara de perro", cosa poco cristiana para los tiempos que corren, caracterizándose además, según la descripción elogiosa que en El Mundo hizo de él hace 11 días Anasagasti, por su "mala leche" (sic). A Dios rogando pero, como hubiera dicho Lenin, ¿para qué? Y en el pensamiento de Egibar resulta evidente que no hay hombres, sólo vascos (léase abertzales) y sus enemigos. Lo que a éstos les pase en Euskadi, no le conmueve.

En suma, residuos integristas, los que se quiera, pero de democracia cristiana, nada: por eso no les preocupa, como no le preocupaba a cierto dictador balcánico, saberse en minoría. Los ciudadanos vascos no cuentan. Haber recibido el Gobierno de un pacto con ETA, tampoco. Ellos son por designación propia los auténticos vascos, los miembros de una umma en sentido islámico, únicos depositarios del destino de la Comunidad Vasca. Ni los derechos del hombre, ni los usos parlamentarios vigentes en el mundo democrático, ni la insistencia de ETA en matar contando con que nunca abandonarán PNV y EA el espíritu de Lizarra, les mueven a una rectificación. Aprovecharán la cordial espantada de EH para no reconocer que les ha censurado la mayoría absoluta del Parlamento vasco con sus diputados hoy efectivos. Y así a seguir, entre catástrofes, si es posible hasta que acabe la legislatura, acusando a los españolistas de lo que pasa. Es una escena digna del Teléfono rojo de Kubrick, con Sterling Hayden cabalgando feliz sobre el misil, que la sociedad vasca no se merece. De paso, la necesaria reintegración del PNV a la democracia se hace cada vez más difícil. La anunciada manifestación institucional contra ETA sería un primer paso en este sentido de negociar los lemas y no obstinarse en un "apoliticismo" (frente a la del 23 de septiembre) que puede esconder el lehendakari aurrera. El PSOE debiera tenerlo en cuenta.

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