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Acusados por la BBC

Isabel Ferrer

La BBC demostró ayer que el cuarto poder, atribuido simbólicamente a la prensa en las democracias, es algo más que una figura retórica. El eco de la emisión el pasado lunes de su programa de documentales Panorama, donde difundía los nombres de cuatro sospechosos de haber perpetrado en 1998 el atentado de Omagh, en Irlanda del Norte, ha sido percibido con claridad en Londres, Dublín y Belfast, además de en los hogares de las 29 víctimas. Nadie ha podido eludir la impresión causada por una hora de televisión que desvelaba la identidad de los supuestos terroristas que devastaron la pequeña ciudad norirlandesa en la peor agresión recordada en la provincia en los últimos 30 años.Deseosa de no invalidar de antemano un posible juicio contra los autores de la matanza atribuida al IRA Auténtico, la Comisión de Derechos Humanos de Irlanda del Norte había pedido el lunes al Tribunal Supremo de Belfast que requisara el documental. Tras una tensa deliberación que mantuvo en vilo a la BBC, los jueces autorizaron el programa dos horas escasas antes de su emisión, después de las noticias de las nueve de la noche. Lawrence Rush, que perdió a su esposa, Elizabeth, en el ataque, también había apelado a la fiscal general para paralizar lo que calificó de "juicio a través de la televisión". Según él, investigaciones de este tipo sólo sirven para prejuzgar el caso y "ayudar a los asesinos a escapar a la justicia".

Este viudo no está solo en sus críticas. El propio Bertie Ahern, primer ministro irlandés, aprovechó una visita ayer a su homólogo británico, Tony Blair, para hacerle partícipe de su malestar. El encuentro se produjo en un momento delicado para el proceso de paz, por culpa de la presión ejercida por la línea dura del unionismo sobre su líder, David Trimble, para que abandone las negociaciones hasta que el IRA devuelva las armas. Ahern hizo un aparte con Blair para decirle que nombrar a supuestos terroristas puede comprometer su detención. "Este tipo de revelaciones no ayuda a las víctimas en su búsqueda de justicia, sino todo lo contrario", señaló Ahern. Mientras éste expresaba sus temores a Blair en Downing Street, Peter Mandelson, ministro laborista británico para Irlanda del Norte, apoyaba resuelto a la cadena pública.

Con la agudeza que le caracteriza, Mandelson aseguró que el documental era "excelente" y tenía una "relevancia especial". Para la policía de Irlanda del Norte, que se había mostrado también reticente al programa, pero que no ha podido detener aún a nadie, el ministro laborista tuvo una significativa frase de aliento. "Que no se preocupe. Todos queremos que los asesinos sean juzgados y prestaré mi apoyo para conseguirlo", aseguró. La declaración iba dirigida especialmente a Ronnie Flanagan, comisario jefe de la policía norirlandesa, que había remitido una nota a Greg Dyke, director general de la BBC, pidiéndole que no entorpeciera su labor. "Este capítulo de Panorama no invalidará juicio alguno en el futuro. La imparcialidad de los jueces no está comprometida", dijo Ben Stephens, el abogado que defendió a la BBC.

Michael Gallagher, padre de Adrian, uno de los jóvenes muertos en Omagh, compartía la visión de la emisora con un valor añadido. En su opinión, la reconstrucción de los hechos anteriores al atentado tal vez sirviera para refrescarle la memoria a la audiencia. Algo parecido a lo que ocurre con los programas de sucesos patrocinados por la policía.

Para la cadena, esta emisión de Panorama ha sido una de las más trabajadas por sus reporteros. Después de varios meses de investigaciones y filmaciones secretas, el equipo llegó a la conclusión de que los detalles del atentado fueron perfilados por los autores a través de sus respectivos teléfonos móviles. Una de las llamadas más significativas corrió a cargo de un dueño de un pub que, según la BBC, es también un veterano pistolero que ha proporcionado armas al IRA Auténtico. Entre sus interlocutores el día del atentado figuraría un miembro del mismo grupo terrorista, opuesto al proceso de paz, así como otros dos simpatizantes. La policía les conoce, pero carece de pruebas. "Los secretos no duran siempre. Algún día caerán y programas como éste habrán contribuido a ello", concluyó ayer Stanley McCombe, que se quedó viudo en Omagh.

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