Beato Juan XXIII
Por primera vez, se festeja hoy al Beato Juan XXIII. La Iglesia, a remolque, mantiene en un grado inferior de la carrera hacia los altares a quien el pueblo ya elevó a la suma jerarquía de la santidad, incluso los alejados del catolicismo y no creyentes, "todos los hombres de buena voluntad". Por aclamación, la fórmula del primitivo cristianismo, trataron de canonizarlo los propios obispos durante el Concilio; pero la superioridad reprimió aquel santificador motín. Todo un síntoma de la renovación que le imprimió el papa bueno a aquella anquilosada maquinaria atrapada en el reaccionario y autoritario tridentismo.Fiel a los signos de los tiempos, trató de poner al día -aggiornamento-, de abrir puertas y ventanas, de alejar el oscurantismo con la luz del amor -"llamados a hacer el bien más que a destruir el mal"- y aventar el viciado aire de la cerrazón. Todo un mundo, anatemizado por el papado, nacido de espaldas o en contra de la Iglesia se sorprendió por los puentes de diálogo, por la potente luz de su bondad -"Usar el remedio de la misericordia y no empuñar las armas de la severidad" y su sencillez -"Soy Juan, vuestro hermano"- su deseo de paz para el siglo más violento de la historia, su humanidad que le hacía apreciar el queso roquefort, el vino de Borgoña o los puros habanos, su gran fe y honda inteligencia que le llevó a provocar una extraordinaria epifanía, un nuevo pentecostés con el Vaticano II, inaugurado, en 1962, el 11 de octubre, el día en que se celebrará, cada año, su memoria, el día que recordaba, antes, la definición, en el Éfeso del 431, de María como madre de Dios, ocasión que aprovechaba nuestro pueblo para implorar abundante leche nutricia: Amb una mà sobre el pit, esteu sempre preparada per a donar dolça llet a les mares que no en tenen, si us preguen devotament.
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