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Puko Je!

"Puko Je!", "¡Ha estallado!", gritaban alborozados los jóvenes de Resistencia.Nadie podía imaginar tantos y tan repentinos cambios de escenario como los que hemos visto en pocas horas en Belgrado. No se esperaba, sin embargo, un pronunciamiento como el del Tribunal Constitucional yugoslavo anulando las elecciones del pasado 24 de septiembre. Podía pensarse en cualquier otra estrategia de Milosevic como la de ilegalizar la oposición para ganar tiempo con una táctica de desgaste del adversario. Pero el déspota se superó a sí mismo: el Tribunal Constitucional, una creación suya, invalidó completamente las elecciones.

Fue su extrema arrogancia la que despertó una revuelta que me ha hecho vivir una hermosa jornada, parangonable a la de la caída del muro de Berlín. Una jornada absolutamente excepcional, con la que desde hace tanto tiempo esperaba que el pueblo serbio nos regalase.

Este pueblo es uno de los más rebeldes de Europa: el pueblo serbio que se liberó él solo de los turcos en el siglo XIX entusiasmando a poetas como lord Byron. Un pueblo heroico en la Gran Guerra, en la Resistencia yugoslava, un pueblo que desempeñó un papel extraordinario incluso en 1948, cuando comenzó la lucha de los yugoslavos contra Stalin.

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La cultura serbia era una cultura europea, Belgrado era la encrucijada decisiva de la distensión. Siempre he tenido ante mí esa imagen de Belgrado. Esperaba que esa imagen volviese de algún modo a representar la ciudad, incluso tras las heridas de la guerra de Kosovo. Y he vuelto a ver esa Belgrado del pasado con grandísima emoción, aun no siendo serbio -mi madre era croata, mi padre, ruso-. Belgrado se abre en este momento a una nueva historia porque recupera su identidad más profunda.

Sin embargo, todavía mantengo algunas incógnitas. Sobre todo, la del Ejército. El ex general Perisic, que se opuso a Milosevic, que por ello fue destituido y marginado y que ahora dirige uno de los partidos de la oposición, está tratando de unir al Ejército a la causa democrática. No tenemos todavía datos precisos sobre este aspecto, es posible que en algunas ciudades de provincias el Ejército se haya unido ya a la oposición; por otra parte, todavía no ha recibido órdenes de intervenir, a pesar de que Milosevic -que podría haber huido ya- haya amenazado con el uso de la fuerza.

Estos últimos días hemos visto la defección de los aliados de Milosevic, cómo le daba la espalda y le abandonaba gente muy importante: el ministro Slobodan Cerovic y el ex presidente Zoran Lilic. La tierra temblaba bajo los pies de Milosevic. Draskovic y Seselj habían roto los lazos que le vinculaban a él. Y cómo Mirjana Markovic, la mujer de Milosevic, su gran ideóloga, el halcón del régimen que quería situarse entre Rosa Luxemburgo y La Pasionaria, terminaba por aproximarse al modelo de Elena Ceaucescu y las mujeres de Enver Hoxa y Mao Zedong.

Mientras tanto, en Podgorica, Djukanovic y los montenegrinos han reconocido y saludado la victoria de la oposición con la voluntad de separarse, de lograr una total autonomía, un Estado independiente, al que ni Occidente ni Estados Unidos miran por el momento con buenos ojos. Razón por la que los montenegrinos quieren "asistir al espectáculo" y sobre todo ver cuál es finalmente la actitud del Ejército.

Estoy en contacto con los que estuvieron en la plaza de Terazoje y vieron el incendio en el Parlamento, el asalto al edificio de la Televisión y al de Politika, principal diario de Belgrado, tradicionalmente en manos de Milosevic. Según los jóvenes de Resistencia, respecto a la policía, el número de agentes que se han pasado a la oposición no parece excesivo. Pero en los regímenes autoritarios, la policía es una casta especialmente protegida y bien pagada y, por lo tanto, la más difícil de conquistar. Tanto en Bucarest como en Berlín Este fueron los últimos en reaccionar. Todavía no está claro en qué sentido se decantarán ahora las fuerzas del orden dada la rapidez con que las cosas se están desarrollando, sólo se pueden hacer hipótesis, que pueden ser contradichas en el curso de pocas horas.

Incluso en este contexto, sin embargo, si el poder democrático se consolidara como ahora parece probable, se camina hacia una reconciliación de los Balcanes. Unos Balcanes que tienen varias caras. Por una parte -según la famosa frase de Winston Churchill- es un espacio que produce más historia de la que se puede digerir. Por otra parte, es una de las cunas de la cultura europea, y, a la vez, el polvorín y el termómetro del Viejo Continente. Tal vez tras estos últimos acontecimientos los Balcanes puedan ir en una dirección distinta, a pesar de que el nuevo Gobierno de Belgrado se enfrenta a graves problemas, uno de los cuales es la gran incógnita de la postura de Occidente. Creo que la condena a la OTAN por parte de Kostunica ya ha sido perdonada por Estados Unidos y Europa, y que le ayudarán sustancialmente. En esta dirección esperanzadora apuntan las declaraciones de Clinton y de Chirac, y sobre todo las de Blair, que siempre ha tenido la postura más dura frente a Milosevic, y que ahora pide al pueblo serbio que pase página y mire hacia un futuro común con los enemigos de ayer.

El problema de Kosovo, en cambio, no podrá ser resuelto en breve, se necesitarán años. Es imposible ver por el momento una vía para solucionar esta cuestión. Pero un Gobierno democrático podrá negociar desde presupuestos distintos y seguro que no actuará como Milosevic.

Lo más importante era desembarazarse de Milosevic. Y, conociendo el tipo de tirano que es, no buscará un refugio seguro, no le interesa: está obsesionado por el poder y lo mantendrá hasta el extremo. Hay que tener en cuenta el hecho de que Milosevic ha sufrido tres suicidios en su familia: el de su padre, el de su madre y el su tío.

Hace diez años, en septiembre de 1990, antes del inicio de la guerra, escribí y publiqué en Belgrado una carta abierta a Milosevic en la que le decía: "Ahora puede salvar la cara con una dimisión; mañana será necesario mucho más: el suicidio".

Hoy ni el suicidio bastaría.

Predrag Matvejevic es escritor ex yugoslavo de origen croata.

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