"El dinero que ganamos de los ricos de Abandoibarra lo invertimos para todos"
Pablo Otaola (Bilbao, 1953), director general de Bilbao Ría 2000 desde 1992, se despide de la sociedad sin pena y con la tranquilidad del trabajo bien hecho. A principios del próximo mes de enero cambiará de rumbo y se hará cargo de la subdirección del Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM). Otaola reconoce que es un ingeniero de Caminos "cuadriculado" al que su padre le inculcó el amor al arte. Así que, aunque en Valencia se ocupará de la gestión económica de un ambicioso proyecto presupuestado en más de 4.500 millones de pesetas, reconoce esperar con pasión los futuros paseos por el mundo del arte. Mientras, sigue defendiendo que la plusvalía generada por la venta de bienes públicos a la iniciativa privada retorne al ámbito público. Pregunta. El anuncio de su marcha ha sorprendido y es que se va justamente cuando termina el trabajo más oscuro y comienza el proyecto estrella, Abandoibarra. ¿Por qué se va?
Respuesta. El año pasado fue el primero redondo para Bilbao Ría 2000. Se inauguraron muchas obras, entre ellas la Variante Sur [la nueva línea de cercanías que discurre por el centro de Bilbao], que será siempre nuestra gran obra. Estaban ya muchas cosas acabadas y todos los proyectos estaban encajados. Tampoco teníamos problemas financieros. Sabíamos que nos quedaban siete años más y conocíamos todo lo que teníamos que hacer. Además, vendimos con un superávit las parcelas de Abandoibarra, lo cual, aunque algunos nos acusen de especuladores, nos permitió tener dinero. Así, nos metimos en nuevos proyectos, como el de Bilbao La Vieja, que me fascina. Una sociedad como la nuestra que hacía cosas de más glamour, que se meta de verdad en el problema de Bilbao, es fantástico. El consejo [de Bilbao Ría 2000], a pesar de tener cinco partidos, conseguía hacer todo por unanimidad y entraba en una dinámica de cariño personal, independientemente de que el PNV, el PP y el PSOE se odien en otros medios. El equipo también estaba muy consolidado. Tengo la sensación de haber cumplido y, además, entraba en mi octavo año y el número ocho es mágico para los cambios.
P. En definitiva, que no sólo no le da pena irse, sino que le apetece cambiar.
R. En el mundo anglosajón, el que no cambia en seis años parece que no vale. Así como me hubiera costado irme el sexto año, incluso el séptimo, ahora me siento a gusto. No fue sencillo, pero siempre es mejor irte cuando las cosas te van bien. Es un buen momento.
P. Esta sensación, junto a la oferta para ocupar la subdirección del IVAM, le decidieron.
R. Yo tomé la decisión en diciembre y no se lo dije a nadie; me costó, porque pensé "y, ¿si me quedo hasta inaugurar el parque de Abandoibarra, que son dos años más?" Pero, si me quedo dos años, me quedo toda la vida. Hay un momento en que rompes o no hay ninguna razón para hacerlo. Y, en ese proceso Kosme [de Barañano, director del IVAM desde mayo pasado] me hace esa proposición deshonesta y me encaja perfecta. Me ofreció algo que nunca pensé que iba a hacer y que me fascina: el mundo del arte.
P. Alardea de que el consejo se lleva de maravilla. ¿Cómo ha conciliado intereses tan dispares como los del Ministerio de Fomento, los ayuntamientos de Bilbao y Barakaldo, el Gobierno vasco y la Autoridad Portuaria?
R. Hay varias claves; esto es una sociedad anónima que no es lo mismo que un pleno municipal. No es pura política. Además, los proyectos son muy evidentes y tiene un consejo político muy autónomo que no está controlado y un equipo técnico que no tiene poderes decisorios.
P. El acuerdo fue difícil de alcanzar en el parque de Abandoibarra, con momentos muy duros, como en el caso del centro comercial.
R. Ése es quizá el único proyecto con el que hemos tenido problemas, y gordos. Y aquí utilizamos la cintura para lograr el consenso. La diferencia con la política, más de Parlamento, es que tenemos siempre una voluntad de llegar al acuerdo. De hecho, nuestros acuerdos se toman por unanimidad, que es algo que me sigue fascinando. Los consejeros tienen una o dos horas para llegar al acuerdo y van cediendo. Es una cultura que cuando empezamos no existía y, poco a poco, se ha ido aprendiendo.
P. ¿Como encara un defensor de la obra pública proyectos en los que es fundamental la especulación inmobiliaria?
R. Yo creo que Bilbao Ría 2000 no especula. Somos una especie de promotores. Ofrecemos al mercado privado unos suelos que, de otra forma, no podría adquirir. Yo defiendo que la plusvalía se la quede lo público y que con ese dinero se haga lo que haya que hacer: sean fondos sociales, urbanización, lo que sea. ¿Por qué vamos a dejar descontroladamante que la iniciativa privada se reparta unos dineros que no se lo han merecido? Lo que hacemos nosotros no lo puede hacer la iniciativa privada.
P. Parece que algunas de las inversiones son muy elitistas. Las viviendas de Abandoibarra son sólo para unos pocos.
R. ¿Qué es Abandoibarra? El parque será gratis, la gente podrá pasar por ahí; va a haber un tranvía que dará un servicio público; las viviendas, evidentemente, las comprará muy poca gente. Sin embargo, el dinero que ganamos de los ricos de Abandoibarra lo invertimos en todos; hemos hecho la Variante Sur que usa todo el mundo. Ahora nos vamos a Bilbao La Vieja. Es una distribución de la renta de primera clase. Casi, casi, como Robin Hood. Además, se trata de un estilo urbanístico y por eso yo defiendo el Abandoibarra que vamos a hacer independientemente del dinero. Sinceramente, no veo Abandoibarra hecho un parque, sería un fallo tremendo.
P. ¿No hay riesgo de dividir la ciudad en zonas para disfrute de ricos y otras para el resto?
R. Lo importante es evitar que eso ocurra, que no haya guetos de ricos y de pobres. ¿Por qué la zona de los pisos de Abandoibarra van a ser un gueto y la Gran Vía de Bilbao no? ¿Tendría sentido hacer vivienda social en Abandoibarra? ¿Al final, qué se haría, cien pisos? Con el dinero que ganamos podríamos hacer 300 pisos sociales en otro barrio de Bilbao.
P. ¿Va a ser la regeneración de Barakaldo, con el plan Galindo, tan visible como la de Bilbao?
R. Va a ser más espectacular.En proporción, mucho más importante que lo que hacemos en Bilbao. De aquí a dos años, será como un descubrimiento para los vecinos de la zona, que todavía no se han dado cuenta de que existe.
P. ¿Qué opinión le merecen las torres de Arata Isozaki y su polémica altura?
R. De eso no quiero hablar. No es un proyecto nuestro.
P. ¿Qué le hubiera gustado hacer y no ha hecho?
R. No estoy frustrado, pero me hubiera encantado diseñar la Intermodal, que es un proyecto que creo que debería hacer Bilbao Ría 2000.
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