Violeta Friedman, superviviente de Auschwitz
Los restos de la articulista Violeta Friedman, superviviente del campo de exterminio de Auschwitz en la Segunda Guerra Mundial y gran activista por los derechos humanos, serán enterrados hoy en el cementerio hebreo de Hoyo de Manzanares (Madrid).Violeta Friedman, afincada en Madrid desde hace años, nació en 1930 en Marghita, Transilvania, entonces territorio húngaro y, posteriormente, rumano. A los catorce años, en marzo de 1944, ella y su familia, de religión judía, fueron capturados y encerrados por las tropas invasoras nazis y durante más de un año fue confinada al campo de exterminio de Auschwitz. Toda su familia fue enviada a las cámaras de gas, de cyclon.b, por orden del doctor Mengele, excepto su hermana mayor, a la que encontró años después de que concluyera el conflicto bélico.
Friedman, testigo del holocausto nazi, sufrió una tuberculosis ósea que afectó a su columna vertebral y por la que padeció una invalidez. En febrero de 1949 se trasladó a Canadá, hasta que, en 1951, año en que contrajo matrimonio, se fue a vivir a Caracas, donde adoptó la nacionalidad venezolana y vivió hasta 1965, fecha en que se divorció y se trasladó a España. Siempre declaró que antes de asentarse en España no era activista antinazi, ya que Venezuela se había convertido en el lugar de adopción de muchos supervivientes de la tragedia nazi que no querían hablar del pasado, pero en España decidió hablar porque la sociedad española no había recibido información sobre el holocausto judío y porque advirtió nuevos brotes violentos y fascistas en Europa.
En julio de 1985, Friedman estuvo en el ojo del huracán informativo. La revista Tiempo publicó una entrevista con León Degrelle, ex jefe de las SS, los servicios secretos de Hitler, en la que ponía en duda la existencia de cámaras de gas. De hecho, afirmaba que "si en la actualidad hay tantos judíos, resulta difícil creer que hayan salido tan vivos de los hornos crematorios". Por aquellas declaraciones, Violeta Friedman demandó a Degrelle -estuvo asistida por la B'nai B'rith, asociación internacional contra la discriminación que le prestó ayuda y asistencia jurídica- a Juan Girón, periodista y autor del reportaje, y a Julián Lago, director del semanario, en un juzgado de primera instancia que a través de una sentencia absolvió a los demandados. Esa sentencia fue confirmada por la Audiencia Territorial de Madrid y por la Sala Primera del Tribunal Supremo, mientras que Violeta continuó solicitando que se reconociera su derecho al honor. Finalmente, el 11 de noviembre de 1991, el Tribunal Constitucional falló a su favor de acuerdo con los artículos 16 y 20 de la Constitución Española, que dictan que ni la libertad ideológica ni la libertad de expresión comprenden el derecho a efectuar manifestaciones o campañas de carácter racista o xenófobo.
Pese a la buena acogida que siempre tuvo en España, Violeta manifestó en algunas ocasiones que este país había sido "un paraíso" para los criminales nazis. Es más, León Degrelle fue nacionalizado español por adopción, por mediación del entonces presidente del Gobierno, Arias Navarro. Friedman escribió numerosos artículos en la prensa española sobre su experiencia y como observadora de la realidad social en la que reaparecen grupos neonazis e, incluso, intervino en algunos actos públicos contra el racismo.
Cuando la Universidad Complutense le entregó, en abril de 1995, una medalla con motivo del 50º aniversario de la derrota del nazismo, Friedman aseguró que no podía perdonar al régimen nazi en memoria de los millones de víctimas que había causado. En 1995 obtuvo uno de los Premios Mujer Progresista, otorgado en Madrid por la Federación de Mujeres Progresistas, y en junio de ese mismo año, la organización Jóvenes contra la Intolerancia le rindió un homenaje en el Círculo de Bellas Artes por su labor como defensora de la dignidad de los seres humanos.-
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.