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Entrevista:MAITE CARRILPIANISTA Y PROFESORA

"La música merece un esfuerzo intelectual para apreciarla"

Maite Carril (Bilbao, 1934) acabó la carrera de piano en un tiempo en el que si no se disponía del dinero suficiente para estudiar en el extranjero había poco que hacer. Así que se casó y se dedicó a tener y cuidar de sus cuatro hijos. Aunque nunca abandonó su pasión, estaba escrito que la música la envolvería profesionalmente. Pasados los cuarenta, se encontró de forma casual con la coral San Juan Bautista de Leioa y con su director José Ignacio Sarria. "¿Quieres cantar?", le preguntó y, aunque ella no lo había hecho en su vida, aceptó. En los ensayos empezó a darse cuenta de que podía enseñar sus conocimientos de música y lo hizo. Su implicación fue creciendo hasta convertirse en cofundadora del conservatorio municipal de música de Leioa y directora del centro. Tras 20 años de andadura, se jubila hoy. Su amigo, el pianista Joaquín Achúcarro participará en el homenaje de despedida.Pregunta. El centro de música de Leioa está muy bien considerado, pero en el año 80 empezaron en una humilde escuela del pueblo. ¿Como salieron adelante?

Respuesta. Siempre pensé que había que hacer las cosas despacio y que nosotros teníamos que formar a los alumnos desde pequeños. Empezaban con un año de solfeo y en el segundo curso ya comenzaban con instrumentos. Ya de entrada, impartíamos piano, violín y flauta. Eran los instrumentos que podíamos poner en unas escuelas antiguas y viejísimas, que había al lado del Ayuntamiento de Leioa. La gente respondió y acudió de una manera masiva a apuntarse y enseguida tuvo que ampliarse. Y así se construyó el conservatorio aprovechando que se levantaron unas escuelas nuevas. Allí estamos desde el año 84; se creó una fundación y nosotros, como dicen los italianos, "el que va piano va lontano", fuimos creciendo a medida que los alumnos se hacían mayores hasta tener prácticamente todos los instrumentos.

P. ¿Cuántos alumnos tienen actualmente?

R. En Euskadi hay seis conservatorios públicos de grado medio; los tres de las capitales, Irún, Barakaldo y nosotros, que tenemos seiscientos alumnos. No podemos tener más porque no nos caben.

P. Su jubilación coincide con el bachiller musical integrado, el primero de España que se pone en marcha.

R. Somos el primer centro donde los alumnos estudian absolutamente todas las disciplinas en el propio conservatorio. La enseñanza musical y también la enseñanza general, que es impartida por profesores del Instituto Barandiarán. El problema de la música es que hay que estudiar muy duro en los últimos años.

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P. ¿Es suficiente el talento para ser un buen músico?

R. Primero se requiere talento y después muchísimo trabajo y mucha constancia. Mis compañeros de niña y ahora amigos, como Joaquín Achúcarro, Felix Ayo y Emma Jiménez, han trabajado muchísimo todos los días de su vida y todavía hoy lo siguen haciendo. Además, durante muchos años ha habido una reticencia por parte de la gente, que pensaba que la profesión de músico no era muy rentable. Y no lo era. Sin embargo, ahora las cosas han cambiado y ahora sí merece la pena: sólo hay que ver lo bien que viven los profesores de la Orquesta de Bilbao.

P. La música se ha considerado elitista ¿empieza a haber cultura musical?

R. Poco a poco. La gente piensa que la música consiste en dejarte adormecer por algo que suena mientras te dedicas a tus pensamientos y, no es eso. El lenguaje musical hay que seguirlo como se sigue el hablado. Es una forma de expresión y hay que hacer un esfuerzo intelectual.

P. Es decir, que no cree que sea suficiente la sensibilidad para disfrutar.

R. La sensibilidad es importante, pero tiene que apoyarse en otras cosas, como todo arte. Cuanto más sabes, más aprecias. Sabes de qué medios se ha valido el artista para conseguir esa emoción, esa sensación que te provoca. Una pieza musical es una obra de arquitectura.

P. En su último día de trabajo, ¿recuerda algo especial?

R. Recuerdo un niño al que me costaba mucho enseñar Bach, que es el maestro de maestros, y aunque valía no consiguió aprender y se dedicó a otras cosas. Al cabo de unos años me dijo que el autor que más le gustaba era Bach porque yo le enseñé a amarle. Te das cuenta de que lo que queda en un niño es para siempre.

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