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Una parroquia cerrada para un obispo

Un obispo se encontró ayer en Almería con la imposibilidad de acceder a una iglesia. La paradójica situación la protagonizó monseñor Jacques Gaillot, más conocido en París con el sobrenombre del obispo de los pobres, cuando trató de acceder a los bajos de la parroquia de San José para visitar a los 59 magrebíes que desde el pasado día 20 mantienen una huelga de hambre para exigir su regularización.Los bajos de la iglesia donde los inmigrantes se han encerrado tienen unas pequeñas ventanas enrejadas que dan a la calle. Ubicadas a ras del suelo, se han convertido en el único modo de comunicación entre los encerrados y los varios cientos de compañeros que les apoyan desde la calle.

Esas ventanas fueron la única posibilidad que el religioso francés encontró para poder mantener un breve contacto con los encerrados. En cuclillas, rodeado por los que duermen en la calle apoyando la protesta, Gaillot no pudo más que hacer llegar unas palabras de solidaridad por la ventana.

Franquear la puerta de acceso a los bajos de la parroquia, custodiada por la policía, fue imposible para el obispo. Ni las llamadas telefónicas al subdelegado del Gobierno en Almería, Fernando Hermoso, ni las conversaciones con el párroco de San José, Antonio Sánchez Segovia, ni los intentos de reunirse con el obispo de Almería, Rosendo Alvarez, surtieron efecto.

La pelota pasó de un tejado a otro y, al final, sin que quedara muy clara la razón, el que fuera obispo de Normandía hasta que Roma lo destituyó en 1995 por sus particulares opiniones sobre la inmigración o los anticonceptivos, se quedó sin poder entrar en la iglesia.

"El domingo estuve en la misa de la parroquia de San José y pude ver cómo los feligreses salían sin decirles nada a los inmigrantes que había en la calle. El párroco dió un buen sermón, pero no hubo gestos hacia los inmigrantes. Yo esperaba algún gesto. Lo que ocurre es que, en general, hay mucha gente que no quiere problemas", explicó Jacques Gaillot.

Un par de horas antes, monseñor Gaillot decía: "Creo que hay mucha gente que tiene miedo. Cuando se tiene miedo es difícil ser libres, y tanto en la sociedad como en la Iglesia hay mucha gente que tiene miedo a hablar, a comprometerse, a perder su reputación o sus privilegios", explicó el obispo de los pobres. Fue en El Ejido, en la sede de la asociación de Mujeres Progresistas, que ayer recibió el premio alternativo de Derechos Humanos Alpes Abiertos-Fronteras Abiertas, por su trabajo con los inmigrantes.

Al acto de entrega de este premio acudieron también, entre otros, el cura suizo Cornelius Koch -inspirador del galardón, junto con el Comité Europeo de Defensa de los Refugiados y de los Inmigrantes-, y el presidente de la Federación de Asociaciones de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos, José Antonio Gil.

Sin embargo, este galardón poco importaba a las autoridades que ayer impidieron la visita prevista por el obispo parisino a unos inmigrantes que están dispuestos a llevar la huelga de hambre hasta sus últimas consecuencias mientras no se les ofrezca una salida digna.

Sólo en Almería se presentaron 20.787 solicitudes en el proceso de regularización. De las 15.000 que ya han sido tramitadas, 8.000 han sido desestimadas. Los inmigrantes no entienden por qué ya que muchos aseguran llevar en España más de dos y tres años. Si no tienen papeles, afirman, tampoco tendrán modo de buscarse el pan. Y monseñor Gaillot sentenciaba: "Europa no puede convertirse en una fortaleza, sería como levantar un muro de arena contra la marea. No se puede impedir que los pobres vayan donde está la riqueza".

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