El PSC de Barcelona pide a su equipo municipal que haga "más política"

La sucesión de conflictos en que se ha visto inmerso el Ayuntamiento de Barcelona en los últimos años ha causado mella en la federación del PSC de la capital catalana. La ponencia que discute para el congreso de la federación sostiene que gobernar una ciudad no se reduce a gestionar los servicios públicos y afirma que es hora de poner el acento "en la dimensión política del Ayuntamiento". Es una versión suave de las críticas de tecnocratismo lanzadas a menudo contra el alcalde Joan Clos.

La federación de Barcelona del PSC celebra su congreso los días 20 y 21 de octubre y la ponencia sobre acción municipal que se aprobará en ella está atravesada desde la primera hasta la última página por la idea de "hacer más política". Con esta orientación se pretende contrarrestar el desgaste provocado por los numerosos conflictos surgidos en la ciudad.Este propósito se resume en la propuesta de trabajar para tener "un ayuntamiento más político y por una política de más calidad" caracterizada por "el pluralismo, la transparencia, el juego limpio y el rendimiento de cuentas". Y en el propósito de facilitar más la participación para que la acción de gobierno sea "menos monopolista y más en partenariado; menos impuesta y más concertada". En suma, afirma, para un ayuntamiento "modesto, que consulte, co-decida y construya soluciones en vez de imponerlas".

La ponencia que propone este giro ha sido elaborada por un grupo de dirigentes de la federación barcelonesa del PSC, que dirige Antoni Santiburcio, que es también concejal de la ciudad y que probablemente será reelegido en el congreso de la federación. Según explicó el secretario de organización de la federación, Joan Ferran, entre los redactores figuraban los concejales Pere Alcover y Francisco Nárvaez, la jefe del gabinete de Clos, Assumpta Escarp y el propio Ferran. Esto significa, subrayó, que la ponencia no ha ser interpretada como una crítica a la gestión del equipo socialista, ni del alcalde Clos, sino como "la aplicación a nuestra política local de las ideas y las maneras de hacer que hemos adoptado en los congresos del PSC y del PSOE".

Pero una somera enumeración de los conflictos a los que ha debido hacer frente el gobierno local en los últimos años basta para comprender que hay también una seria inquietud en la organización socialista barcelonesa. El gobierno municipal ha tenido serios choques con sus bomberos y con los integrantes de la guardia urbana; su política urbanística ha sido objeto de contestación en numerosos puntos de la ciudad: en las operaciones de Can Batlló, la manzana Myrurgia, Barça 2000, entre otros; el propio ayuntamiento ha anunciado ya una rectificación en la limpieza de las calles; existe una creciente consciencia de que la ciudad se acerca al colapso circulatorio y actuaciones como el tunel de Mitre y la plaza Cerdà han sido sonoros fiascos de planificación. Existen serios avisos de que la concentración de inmigrantes en Ciutat Vella puede cuajar en conflicto social.

La ponencia parte de que Barcelona es hoy una ciudad "madura y compleja", que genera "demandas crecientes y heterogéneas que a menudo no son adecuadamente atendidas por las administraciones". En esta situación, sostiene, el PSC debe tener su "proyecto de ciudad" y "ser radical" en la adopción de opciones entre alternativas a menudo contradictorias.