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El Gobierno trata de recomponer las relaciones con sus antiguos aliados CiU y CC

Luis R. Aizpeolea

El Gobierno está tratando de recomponer las tensas relaciones existentes con sus aliados nacionalistas de la anterior legislatura, CiU y CC. El alineamiento de CiU con el PSOE frente al Ejecutivo en tres votaciones en una semana en el Congreso, y el hecho de que CC haya votado 14 veces de 19 posibles contra el Ejecutivo en el Senado han hecho saltar la alarma en La Moncloa. El Gobierno teme dar una imagen de "rodillo parlamentario" y que el enfrentamiento con CiU lleve a la radicalización y a que el presidente catalán, Jordi Pujol, adelante las elecciones autonómicas y sea candidato.

Los primeros pasos del Gobierno en esta legislatura han ido dirigidos a buscar el consenso en los grandes asuntos de Estado -terrorismo e inmigración- con el PSOE. Pero ha abandonado las relaciones privilegiadas que mantenía en la pasada legislatura con sus socios nacionalistas: Convergència i Unió (CiU) y Coalición Canaria (CC). La relación del Ejecutivo con el PNV no es de alejamiento sino de abierta confrontación.En los últimos días, el Gobierno ha retomado los contactos con CiU para buscar algún nivel de acuerdo, ya que la fórmula de pactos coyunturales no está funcionando. La pasada semana ya hubo un primer encuentro entre el vicepresidente primero, Mariano Rajoy, y el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, con el portavoz de CiU en el Congreso, Xavier Trias, el dirigente de UDC Josep Sánchez Llibre y el dirigente de CDC, Artur Mas.

La reunión, centrada en los Presupuestos Generales del Estado, fue satisfactoria para la delegación nacionalista catalana, ya que el Gobierno va a invertir en esta comunidad entre el 20% y el 30% de la cantidad destinada a infraestructuras. El ministro de Fomento, Francisco Álvarez Cascos, también ha abierto negociaciones con el portavoz de CC, José Carlos Mauricio, para ampliar las inversiones en Canarias.

El miércoles hubo un nuevo encuentro restringido entre Rajoy y Trias, en el que el vicepresidente pidió a CiU un cambio de actitud. La víspera, los nacionalistas catalanes se alinearon con el PSOE en la votación sobre la participación de las comunidades autónomas en los Consejos de Ministros de la UE.

Una semana antes se había producido la misma situación: CiU votó con el PSOE y contra el Gobierno en la matriculación autonómica de los vehículos y la regulación de las parejas de hecho. Antes de las vacaciones veraniegas hubo otros ejemplos, como la votación de CiU contra la propuesta del Ejecutivo sobre la libertad de horarios comerciales.

Rajoy reprochó a Trias que su actitud contribuía a ofrecer una imagen indeseada por el Gobierno, la del "rodillo parlamentario". El vicepresidente primero recordó el compromiso político de José María Aznar, la misma noche electoral, de gobernar con pactos, pese a disponer de una mayoría absoluta.

Sensibilidad autonómica

Trias pidió a Rajoy "mayor sensibilidad autonómica". Le recordó cómo la mayoría de las votaciones en que se han enfrentado están relacionadas con cuestiones autonómicas. También le pidió que se abra una relación estable entre Gobierno y CiU, de corte más parecido al de la anterior legislatura, y no la "coyunturalidad" de los primeros meses de la presente etapa. Rajoy y Trias se comprometieron a mantener un nuevo encuentro próximamente.Tampoco ayuda a las relaciones entre el Gobierno y CiU la situación del País Vasco. El Ejecutivo quiere implicar a los nacionalistas catalanes en una actitud más comprometida frente a sus aliados tradicionales del PNV. Concretamente, Aznar pidió a Pujol que participara en la manifestación del pasado sábado en San Sebastián (Guipúzcoa), convocada por la plataforma !Basta ya!, y a la que se había opuesto el Gobierno de Vitoria. Pujol rechazó la invitación para no indisponerse con el PNV.

El temor del Ejecutivo al alejamiento de los nacionalistas tiene más vertientes, además de ofrecer la imagen de "rodillo parlamentario". CiU ha votado varias veces con el PSOE, y desde La Moncloa se teme que el vacío de relaciones con los nacionalistas sea ocupado por los socialistas. De hecho, en Euskadi las relaciones del PNV con el PP difícilmente pueden ser peores, pero no se descarta que, tras las elecciones vascas, nacionalistas y socialistas se entiendan.

El Gobierno teme que esta situación se reproduzca en Cataluña, donde el enfrentamiento con CiU puede radicalizar a esta coalición. En este sentido, La Moncloa observa con preocupación que si se radicaliza la relación entre el Ejecutivo y CiU, Jordi Pujol opte por adelantar las elecciones e incluso vuelva a presentarse como candidato ante una situación de emergencia.

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