"La escultura del Prado figura entre las principales de Europa"
Stephan Schröder nació en la localidad alemana de Hannover hace 46 años, en el seno de una familia vinculada a la creación artística a través de la arquitectura, profesión de su padre y de un hermano. Estudió Historia del Arte, al igual que su madre. Pasó por las universidades de Göttingen y de Heidelberg, para proseguir estudios en Roma. Allí descubrió la humana ligazón que trenza la forma a la materia, mediante la misteriosa mesura que a la escultura proporciona la armonía. Hace casi tres lustros Stephan llegó a Madrid en un invierno tan lluvioso que, tras los deslumbrantes atardeceres romanos, le sepultó en una honda melancolía. Pero, pese a todo, se quedó en Madrid desde entonces. Aquí ejerce como experto del Instituto Arqueológico Alemán y, desde hace un año, en el Museo del Prado como conservador y responsable en funciones de sus fondos de escultura, que él catalogó.Pregunta. ¿Cómo venció la postración que le causó Madrid a su llegada?
Respuesta. Permanecí decepcionado un tiempo hasta que un día, paseando por Argüelles, descubrí el Templo de Debod, traído piedra a piedra desde el Alto Nilo. Su emplazamiento en un lugar así me impresionó vivamente, sobre todo al descubrir que tras ese perfil faraónico se desplegaba el azulado tapiz de la sierra de Guadarrama.
P. ¿Qué pasó luego?
R. Ello me hizo ver que una ciudad con parajes semejantes ha de ser muy bella.
P. Ya que de belleza se trata, ¿por qué tantos aquí desconocemos los placeres que la escultura clásica brinda?
R. Porque en toda Europa, desde el siglo XIX, se ha perdido la tradición de la mirada sobre esta forma de arte.
P. ¿Influyen en tal pérdida la ignorancia de la mitología y el abandono mayoritario de los estudios de Arte en el bachillerato?
R. Influyen, sí. Pero el desconocimiento de lo mitológico se puede corregir; hay ya buenos manuales. Y la otra ignorancia también puede soslayarse.
P. ¿Cómo se aprende a gozar de la escultura clásica?
R. Es necesario dedicarle un poco de tiempo. A todos nos gustan las imágenes, pero la velocidad que adquieren hoy en los audiovisuales es enorme y nos impide deleitarnos. Por eso hay que recorrer primero a paso rápido cinco o seis salas de escultura de un museo; luego, elegir una pieza que a uno le guste.
P. ¿Una pieza... singular?
R. Sí. Entonces debe uno mirarla despacio, descubrir sus matices y comentarla para sus adentros, o bien conversar con un amigo sobre el significado de lo que ambos contemplan. Después hay que volver más veces... Así se empieza.
P. ¿Cuál es la calidad de la escultura clásica de Madrid?
R. Sin ser las de Roma o Atenas, la del Prado figura entre las principales de Europa.
P. ¿Dónde reside el misterio de la escultura clásica?
R. En su sensualidad. Y en su armonía.
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