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ATLETISMO Sydney 2000

Fondistas a ritmo de velocistas

Gebrselassie gana a Tergat en los 10.000 metros con menos margen que Greene a Boldon en los 100

Carlos Arribas

Según José Ríos, el valeroso badalonés que acabó el último la carrera de 10.000 metros, hay estudios que demuestran que los últimos 100 metros de una carrera de 10 kilómetros se corren más deprisa que los de una prueba de 800 metros. No es tan paradójico como parece, ni tan extraño. Y justo en la carrera de anoche, en una final extraordinaria de los 10.000 en la que Haile Gebrselassie retuvo su título, llegó la demostración. Aún no se conoce el cronometraje de los últimos 100 metros lanzados, pero no debió de andar muy lejos de los 12 segundos. Se sabe, por lo menos, que los últimos 200 metros se hicieron en 26 segundos, y la última vuelta en 55s. Y esos tiempos se hicieron después de 9.000 metros corridos a una media de 2.45m. el kilómetro, después de 25 minutos de ritmo alto y mantenido que habían destrozado al grupo, que habían diezmado a la concurrencia, forzado al abandono a Molina y Murhit, y desperdigado al resto, excepto al grupo de tres kenianos y dos etíopes que dominaba la carrera; y esos tiempos no los hizo un corredor, sino dos. Así de extraordinario fue el último 10.000 olímpico en que veamos de protagonistas a Haile Gebrselassie y a Paul Tergat, el etíope y el keniano que han llenado la última década del fondo mundial y que se han comprometido a mantener su rivalidad desde la próxima temporada en el asfalto del maratón.Así entró Haile Gebrselassie en el olimpo del fondo. Así lo hizo, ganando por nueve centésimas de segundo (menos diferencia que la que le sacó Greene a Boldon en los 100 metros), a su rival de siempre, al alto keniano que tuvo la desgracia de coincidir en generación con el etíope de los pies sangrantes. Segundo en Atlanta 96, segundo en Atenas 97, segundo en Sevilla 99. Siempre detrás de Gebrselassie, ganador de los últimos cuatro Mundiales, de los dos últimos Juegos, récordman de los 5.000 y de los 10.000 metros.

Fue un desenlace emocionante. Como si Greene y Boldon, por ejemplo, se hubieran desafiado en un cara a cara de 100 metros que llegaría después de calentar durante 24 vueltas. Tras el 4.000 (pasado en 10.55m), los kenianos empezaron a desplegar sus argumentos. Ivuti se pone en cabeza y frena el ritmo. En vez de 2.45m, se pasa el kilómetro en 2.55m. Nizigama, el caótico, regresa, y el ritmo se reactiva. Vuelve Ivuti y lo frena. Tergat piensa detrás, espigado tras Gebrselassie. Todos, a sus órdenes. En los 8.000, más acción. Llegó el momento de cansar al etíope. Korir, el segundo keniano, una joya de 21 años, entra en acción. La carrera se rompe definitivamente. Se hace el gran aclarado. Tres kenianos y dos etíopes se van. Sólo quedan 400 metros. Todos van lanzados. ¿Quién atacará? Tergat se lanzó. Fue a falta de 250 metros, mediada la contrarrecta. El hueco parecía aumentar en la última recta. Todo el mundo lo sabía: Tergat es más rápido. Todo el mundo lo temía: Gebre, el simpático, el grande, va a perder. Pero eso, amigos, es imposible. Gebrselassie será más lento, pero lo que decide el último sprint es la resistencia.

Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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