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Entrevista:James Wolfensohn - Presidente del Banco Mundial

"Hemos subestimado la capacidad de protesta de las ONG"

Javier Moreno

El Banco Mundial y el FMI se enfrentan estos días a la protesta de miles de personas contra la mundialización. Con los mercados atenazados por la subida del crudo y la caída del euro, el responsable del banco, James Wolfensohn, afirma que comparte su preocupaciónEl Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) inauguran hoy su 55 asamblea anual en Praga, en medio de un aluvión de críticas de las decenas de Organizaciones No Gubernamentales (ONG) que han acudido a protestar contra la globalización de la economía y a acusar a ambas instituciones de propagar la pobreza en el mundo. La policía teme que los manifestantes bloqueen la sede de la reunión y han preparado un fuerte dispositivo de seguridad. En ese ambiente, el presidente del Banco Mundial, James Wolfensohn, recibió a EL PAÍS el viernes pasado, junto con otros cuatro periódicos (Financial Times, The Wall Street Journal, Le Monde y Il sole / 24 ore). Durante la conversación, Wolfensohn no ocultó que tanto las protestas de Washington en abril pasado como las que se esperan en Praga han ensombrecido el ánimo en la institución.Pregunta. ¿Qué ha pasado en los últimos meses para que decenas de ONG vayan a Washington o vengan aquí a Praga a protestar contra el Banco Mundial?

Respuesta. Hemos incrementado notablemente nuestra colaboración con las ONG. Lo que está claro es que hemos subestimado su capacidad de organizar reuniones y montar protestas. Todo eso no hubiera sido posible sin Internet. Pero resulta difícil hablar con ellos. Hemos intentado formar un foro permanente con todas ellas. Pero resulta difícil. Si alguna acepta, otras las acusan de haberse vendido. ¿A ustedes se les ocurre alguna idea mejor? Ya no sé que más hacer.

P. En cualquier caso, está perdiendo la batalla mediática. ¿Es consciente de eso?

R. Le diré una cosa. Si lee los editoriales cuando las protestas de Washington, nosotros salíamos muy bien parados. Decían que hay cosas mal en el banco, claro, pero que tampoco estaban seguros de que los manifestantes tuvieran razón. No sé que pasará aquí [hoy], pero lo que puedo hacer es mantener la moral. Resulta duro para mi gente que, como a todo el mundo, le gusta sentirse querida. Hay que seguir avanzando y que nuestro trabajo cambie la opinión pública. Hay mucha gente que no entiende las críticas de la gente ahí fuera. Pero estoy de acuerdo con usted en que si siguen repitiendo que el Banco Mundial es la causa de todos los males, la opinión pública se levantará contra nosotros.

P. The Prague Post publicó una entrevista en la que usted decía que estaba de acuerdo en muchas cosas con los manifestantes. ¿Es así?

R. Sí, así es.

P. Algunos de ellos han sido muy críticos con el Banco. ¿Cuáles de esas críticas compartiría?R. Bueno, hablan del peligro de la globalización, aunque no sepan muy bien qué quiere decir eso, o sea contradictorio. Algunos representan a sindicatos que temen que se pierdan empleos y vayan a parar a países subdesarrollados sin normas laborales mínimas. Otros en países en vías de desarrollo, que no quieren que se tomen decisiones sobre sus trabajos en las capitales occidentales. Alguno tiene miedo de verse invadido por productos de países en desarrollo, mientras otros quieren acceso a los países ricos, especialmente para productos agrícolas.

P. Pero están más o menos unidos.

R. Lo que les une a todos es que el sistema no funciona bien. Por ello centraron sus ataques en instituciones internaciones como la Organización Mundial de Comercio. Yo pensé, nosotros somos el Banco Mundial, no estamos incluidos en su agenda. Pues bien, eso terminó apenas cuatro meses después, cuando vinieron a Washington a protestar contra nosotros.

P. ¿Y la parte de las críticas que le parece positiva?

R. Lo positivo es que se está hablando más de desigualdad. Esa preocupación la compartimos. Lo que les preocupa son los mecanismos. Esta mañana me he reunido con algunas de ellas y me dicen que lo que hacemos no es suficiente. Y que no se les tiene en cuenta lo suficiente. Pero es que hace cinco años no se les consultaba en absoluto. Especialmente en Kurdistán o en Bolivia. No es lógico que se manifiesten aquí. Deberían hacerlo en Kurdistán o en Bolivia, si tienen allí problemas. Muchas de las manifestaciones deberían darse en los países en los que tienen problemas para participar en los proyectos. Yo no puedo hacer eso. Respecto a los Gobiernos, hay ciertos límites que el banco tiene que respetar. Pero no tengo dudas de que a veces nos hemos equivocado. Y donde lo hemos hecho, tratamos de reconocerlo, aprender y hacerlo mejor la próxima vez.

P. ¿Dónde se han equivocado?

R. En proyectos de presas, por ejemplo. Cuando no hemos evaluado bien los reasentamientos de población necesarios. O el impacto en las especies piscícolas río abajo. O en el proyecto del oleoducto Chad-Camerún: a las ONG les preocupaba cómo se iban a gastar los ingresos del oleoducto.

P. No sólo se critican proyectos concretos. También la forma general cómo el Banco lleva sus negocios.

R. La técnica es la misma: toman proyectos individuales y lo extienden a una crítica general. Si levantamos una presa, o participamos en levantar una presa, y eso afecta de alguna manera a los indígenas, se dice que no nos importan los pueblos indígenas; si tiene un impacto en la pesca río abajo, dicen que todas las presas que levantamos tienen un impacto negativo en el medio ambiente.

P. ¿Ninguna de esas críticas está entonces justificada?

R. No se puede ir de lo particular a lo general. Y de ahí a que asesinamos bebés, discriminamos a las mujeres, o a los pueblos indígenas. La atención vuelve a no estar en los países correspondientes. En muchos de ellos, los Gobiernos no están interesados en los indígenas. Nunca se interesaron por el medio ambiente. El hecho de que nosotros estemos allí les fuerza a tener en cuenta estos factores. Estamos consiguiendo mucho, aunque quizá no tanto como quieren las ONG. Y por eso nos culpan.

P. ¿Se siente respaldado por los políticos?

R. Algunos políticos hacen bien su trabajo y otros no. No hay duda de que algunos ven una oportunidad para sacar provecho. Pero los más serios, no.

P. ¿Y se siente respaldado por los accionistas del Banco?

R. Hasta ahora sí.

P. A veces no se tiene esa impresión desde fuera.

R. Creo que los accionistas tienen dos intereses. Uno es la institución. La otra son sus propias políticas nacionales. Cambian según los temas. Un país puede un día apoyarte en una cosa y al día siguiente decir que eres un incompetente.

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