El Moll de la Fusta se convierte en un gran parque infantil con juegos y payasos
Ayer por la mañana. El aire del puerto se huele a lo lejos, pero todavía antes de llegar al Moll de la Fusta se oyen en el cielo, aunque sin verlos, los aviones que hacen piruetas atravesando las nubes. Y es que los payasos concentrados en ese estupendo invento que ha sido Un port de nassos, que desde ya hace algunos años reúne las actividades infantiles de la Mercè en el Moll de la Fusta, con frecuencia tienen que interrumpir sus gracias y dejar que los aviones rujan a su paso. Son actores hechos a la improvisación y los más ingeniosos incluso le arrancan un gag a la molestia mientras miran, igual que el público, la formación en cuña que se aleja hacia el horizonte.El Moll de la Fusta se ha convertido en un parque infantil. Hay juegos de todo tipo. Castillos hinchables con formas raras por los que los chavales trepan con endiablada agilidad. Sólo verlos, ya cansa. Pero ellos se lanzan sobre el plástico para rebotar de un lado a otro, infatigables. A lo largo del puerto hay cuatro escenarios en los que se van sucediendo las actuaciones de los clowns. Y están también los clowns itinerantes, entre los que destacan las figuras gigantescas del Gordo y el Flaco y el Gran Gigante de gomaespuma que avanza entre los niños. En ese ambiente festivo, los pequeños, con actividades, talleres y juegos, son los reyes.
Dejando atrás el Moll de la Fusta, en la Rambla del Raval está emplazado el tiovivo de Royal de Luxe, una compañía de teatro de calle que ha construido para sus espectáculos los artilugios más ingeniosos. El tiovivo del Raval es simplemente eso, pero los caballitos de siempre han sido sustituidos por lagartos, insectos, peces, máquinas infernales, todos ellos articulados y con un movimiento que le imprimen los niños accionando palancas y pedales. Es un tiovivo surreal. En torno a él, se respira el mismo aire de infantil libertad que en el Moll de la Fusta.
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