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El apoyo a la moneda única refuerza la reunión de los países ricos en Praga

Javier Moreno

Un golpe de mano de manual. EE UU, Japón y Europa cogieron ayer con el pie cambiado a los mercados de divisas, que no esperaban una acción de rescate del euro antes de la reunión que hoy mantendrán los ministros de Economía de los siete países más industrializados del planeta (G-7) en Praga, en paralelo a la asamblea del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial. La intervención deja sentado que la cooperación entre las grandes potencias sigue funcionando y proporciona credibilidad y oxígeno al G-7.

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"El mercado no creía de verdad que fuese a haber una intervención tras la reunión [de hoy]", según Audrey Childe-Freeman, economista del Canadian Imperial Bank of Commerce. Pero sí la hubo, y con un día de antelación, así que los más especuladores prestarán especial cuidado a las resoluciones de los siete ministros de Economía antes de decidir su estrategia el próximo lunes. Aunque no se conoce todavía la agenda de la reunión, los temas que centrarán el debate serán la debilidad del euro (además de la intervención de ayer), los altos precios del crudo y la posibilidad de dar un impulso a la condonación de la deuda a los 41 países más pobres del planeta. Los que también han comenzado a prestar atención al G-7 han sido las decenas de ONG presentes en Praga para sentar en el banquillo de los acusados al FMI y al Banco Mundial por la creciente miseria de millones en los países más pobres. La estrategia de ambas instituciones en los últimos días ha consistido en rivalizar en atenciones, de momento sólo verbales, con los más desfavorecidos del planeta y sugerir veladamente que, en última instancia, los responsables de la pobreza mundial son los países ricos (con el G-7 en cabeza), accionistas-propietarios del FMI y del Banco Mundial.

Estrategia efectiva

Un truco que en parte ha funcionado, ya que ayer las ONG aflojaron los dientes clavados en ambos organismos y dirigieron sus ataques a los ministros de Economía de los países ricos que preparaban su vuelo a Praga. Jubileo 2000, una de las más activas y mejor organizadas, pidió ayer al G-7 que obligue al FMI y al Banco Mundial a condonar todas las deudas de las naciones más desahuciadas. "Siempre lo hemos tenido claro", dijo Ann Pettifor, la directora de Jubileo 2000. "Los que mandan son los del G-7. El señor James Wolfensohn [jefe del Banco Mundial] puede darse el título de presidente, pero es sólo un funcionario".A medida que se aproxima el martes, día en el que se inaugura oficialmente la asamblea, crece el nerviosismo por lo que pueda suceder en las calles, y ayer Wolfensohn se reunió con las 350 ONG más moderadas y les pidió diálogo y comprensión para poder desarrollar su trabajo.

"Lo que pedimos es tranquilidad y la oportunidad de construir puentes", dijo Wolfensohn, refiriéndose sin duda a puentes metafóricos con la sociedad civil. "Pero es muy difícil construir puentes si sólo se construye desde una parte".

Los más radicales no están por construir puentes de ningún tipo y jugarán a las revoluciones en la calle el martes que viene, según amenazaron ayer de nuevo. El plan de la organización que les agrupa, Iniciativa contra la Globalización Económica (INPEG, según sus siglas en checo), consiste en encerrar a los 18.000 delegados que asistirán a la inauguración de la asamblea del FMI y del Banco Mundial en el Centro de Congresos de Praga, y mantener el bloqueo hasta que acepten disolver en el acto a ambas organizaciones. Un total de 11.000 policías y 4.000 soldados tratarán de convencerles de lo contrario.

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