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Jonathan el travieso

Enric González

Un chico de 15 años se hizo rico en EE UU al revalorizar sus acciones con informaciones falsas en Internet

Resulta raro que un crío de 15 años gane 273.000 dólares, más de 50 millones de pesetas, manipulando informaciones bursátiles. Aún debería ser más raro, y sin embargo no lo es, que cientos de inversores se dejen engañar por mensajes anónimos y coloquen su dinero, a través de Internet, en valores absolutamente desconocidos.Jonathan Lebed, un escolar de New Jersey, se hizo rico durante dos años con esa estrategia. La Securities Exchange Commission (SEC, la comisión del mercado de valores de Estados Unidos) le ha descubierto y le ha obligado a devolver sus ganancias. Es la primera vez que la autoridad bursátil estadounidense sanciona a un menor de edad.

Lebed no es, a pesar de su edad, un novato en materia de inversiones. Se inició en la compraventa de acciones a los 12 años, con un concurso nacional para escolares con aficiones financieras, en el que participó con dos compañeros de clase y en el que obtuvo muy buenos resultados. Su éxito en el concurso de jóvenes inversores le dio un momento de fama local, celebrada en las páginas del periódico de su barrio, el Verona Cedar Grove Times.

Desde entonces, con una conexión a Internet y una cuenta bancaria a nombre de su padre, dedicó varias horas cada noche a estudiar cotizaciones y a negociar pequeñas cantidades.

El salto a las grandes sumas lo dio a los 14 años. Eligió unos cuantos valores muy poco conocidos, de los que raramente se negocian y que nunca aparecen en las tablas de la prensa financiera, e invirtió en ellos todas las ganancias obtenidas con sus primeras operaciones.

Simultáneamente, empezó a enviar mensajes, bajo nombres inventados, a las tertulias electrónicas de Yahoo! frecuentadas por inversores. Los mensajes decían que las acciones de compañías como Just Toys, Fotoball USA, Firetector o Manchester Equipment, las seleccionadas por el joven Lebed, iban a dispararse.

La idea parece burda. Pero, increíblemente, funcionó. Muchos inversores adquirieron paquetes de esas acciones. Tratándose de empresas pequeñas y con pocos títulos en el mercado, los precios subieron rápidamente. Cuando el precio ascendía hasta un cierto nivel, el ordenador de Lebed vendía automáticamente los títulos adquiridos antes de que se difundieran los rumores en la Red.

El adolescente tuvo que aplicar ese automatismo, porque durante las horas de mayor intensidad en los mercados él estaba en clase. En algunos casos, el beneficio neto superaba los 70.000 dólares, más de 12 millones de pesetas.

Los propios dirigentes de la Securities Exchange Commission se declaran asombrados por la credulidad de los inversores engañados. "Ruego a los inversores que se muestren muy escépticos ante cualquier consejo anónimo recibido por Internet. La gente debería informarse y verificar las noticias antes de comprar o vender acciones", dijo Ronald Long, administrador de la SEC en el distrito de Filadelfia, al diario The New York Times.

La autoridad bursátil estadounidense comenzó a investigar cuando detectó que unos cuantos valores baratos y tradicionalmente inactivos subían sin razón aparente en el mercado. Durante varios meses rastreó la evolución de esas acciones y, a la vez, los mensajes electrónicos que, bajo distintas firmas, se referían a ellos. La pista de los mensajes acabó llevando hasta el ordenador del joven Jonathan Lebed.

La SEC llegó a un acuerdo con Gregory Lebed, el padre de Jonathan, por el que éste devolvió todas las ganancias ilegítimas de su hijo, más los intereses devengados (285.000 dólares) a cambio de que no se presentaran cargos contra el joven.

El padre se limitó a declarar que Jonathan era "un buen estudiante" y que mucha otra gente hacía lo que su hijo había hecho. En sus alegaciones a la SEC, no admitieron las acusaciones formuladas por la autoridad bursátil.

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