Del dinero a la piscina mágica

Desde el diseño sofisticado de las corcheras de la piscina del Aquatic Center hasta el secreto a voces del dopaje pasando por los bañadores de cuerpo entero o los rugidos del público australiano. Todo ello, y mucho más, influye en la cascada de récords -ya son once- que registra la natación en Sydney, según los técnicos españoles. Y con un factor común: el dinero.Son seis sabios destacados en Australia que el martes se reunieron en la Villa Olímpica para debatir sobre un tema candente: ¿por qué los récords caen como moscas? Luis Villanueva, uno de los directores técnicos de la Federación Española, empezó por el dinero: "Cada vez más abundante, es el motor. La natación empieza a equipararse a otros deportes muy profesionalizados. Se controlan mucho más la dietética, la medicina, la fisioterapia y la biomecánica, así como los planes de entrenamientos a largo plazo para lograr el estado óptimo en los Juegos, con grandes profesionales. Dado que la natación de élite implica muchas horas de entrenamiento cotidiano desde edades muy tempranas, el dinero es imprescindible como estímulo".

En consecuencia, hay más patrocinadores y competiciones, sobre todo en las pruebas de velocidad. En ellas, los récords se baten con más frecuencia que en las de fondo: los de 400 y 800 metros libres femeninos tienen 12 años; el de los 1.500 masculino está vigente desde 1994. Y la proporción del número de velocistas respecto al de los fondistas es cada vez mayor.

Si se compara con el atletismo, la natación ofrece otra peculiaridad: no hay carreras tácticas. Es poco probable que el atleta marroquí Hicham El Gerruj bata en Sydney su récord de los 1.500 metros porque puede ser campeón sin ir tan rápido. Por el contrario, el australiano Ian Thorpe y el holandés Pieter van den Hoogenband estaban casi obligados a lograr los mejores tiempos para ganar el oro.

Puestos a comparar, Villanueva insiste: "En el atletismo y el ciclismo las condiciones genéticas son imprescindibles; por ejemplo, un maratoniano que no tenga un consumo de oxígeno determinado jamás llegará a la élite. La natación permite el caso contrario porque se puede ser el mejor con una capacidad fisiológica discreta, acompañada por una técnica excelente. Hablamos de un deporte cuya base es la propulsión a través del agua, un medio no sólido, donde la técnica desempeña un papel decisivo. El margen de mejora es mayor". Pero matiza: "El proceso de selección natural existe. Si un niño carece de un alto índice de flotabilidad, no tiene sentido entrenarle para que sea un gran nadador".

El prestigioso entrenador holandés Paul Willdeboer, del CN Sabadell, subraya el gran invento de los bañadores integrales: "Su eficacia está fuera de toda duda, sobre todo para las mujeres, que tienen una capa de grasa mayor. El tejido aprieta la piel y se evitan resistencias y turbulencias. Los beneficios son proporcionales a la velocidad". Los elogios a la piscina del Aquatic Center son unánimes: "En 25 años de profesión no he conocido otra tan bien diseñada. Todos los materiales fueron estudiados al detalle. Y, además, está el público. Jamás había visto a 17.000 personas volcadas con los nadadores, que están en un ambiente de fiesta. Eso también les hace ir más rápido", asegura Willdeboer. O sea, que la magia de la piscina se basa en cosas palpables: las corcheras, el fondo y los laterales están hechos de materiales que no rebotan las turbulencias, sino que las absorben y además las calles son más anchas.

Villanueva habla de "la llegada de personas sin escrúpulos". Tanto él como Willdeboer coinciden en que "el dopaje es un secreto a voces", pero también en que carecen de pruebas. "Hay serios indicios de que ha aumentado, pero yo sigo pensando que aún se pueden batir récords sin él", sostiene el holandés. El español apostilla: "Si el nadador empieza a sospechar de quienes consiguen medallas y récords terminará pensando que todo aquél que le gane se ha dopado. Y en Internet hay varias direcciones donde ofrecen sustancias prohibidas. La única manera es masificar los controles. Pero, aparte de muy caro, pondría en peligro el gran negocio del deporte. Me temo que nunca ocurrirá".