Alcohol
Un Pacto por la noche propone el Ayuntamiento de Pinto, como alternativa lúdica al consumo de alcohol los fines de semana. Qué bien, ya que ideas hacen falta para erradicar una costumbre venida no se sabe muy bien de dónde, perjudicial para esos consumidores de alcohol que son gente joven y, en algunos casos, auténticos niños.El Pacto por la noche abarca una serie de actividades gratuitas deportivas y culturales, que tendrán lugar los viernes y los sábados en Pinto, de nueve de la noche a tres de la madrugada, destinadas a jóvenes entre 14 y 30 años. Y para practicarlas hay que inscribirse dentro de un plazo que empezó ayer. Las actividades deportivas incluyen campeonatos de fútbol sala, baloncesto y ajedrez, entre otros, y defensa personal (el yudo, el kárate, esas cosas). Las actividades culturales consistirán en talleres de acuarela, bolsos, tatuajes, repujado del cuero, marquetería y astronomía. Y aún podrán añadirse más, según la demanda de los propios jóvenes, naturalmente ponderada por el Centro Municipal de Cultura pintense, que participa en la organización del Pacto por la noche. De esta manera se han incluido ya para su programación un campeonato de mus y una fiesta con la que celebrarán los inscritos la noche de Halloween.
La verdad es que estos planes, por supuesto bienintencionados, se suelen contemplar con escepticismo. Los escépticos -entre los que un servidor casi siempre se encuentra- no se acaban de creer, por ejemplo, que los jóvenes consumen alcohol de madrugada porque a esa hora no pueden jugar al fútbol o repujar el cuero. O, en sentido contrario, que un adicto al alcohol vaya a dejar de serlo si le dan la oportunidad de interesarse por la astronomía o participar en partidas de mus.
Sin embargo, la adicción al alcohol de gran cantidad de jóvenes y la necesidad imperiosa de consumirlo que les parece entrar los fines de semana al caer la noche tampoco ha sido explicada de forma fehaciente. Se hacen cábalas, se aventuran hipótesis y ninguna logra convencer. Las de corte intelectual tienen mejor éxito pero sólo por la imagen y el prestigio que reporta exponerlas y el buen pie que dan a la literatura (a los columnistas sobre todo), ya que tampoco son concluyentes. Todo cuanto se aduce acerca de las causas del desmesurado consumo de alcohol en las ciudades en general y Madrid en particular los fines de semana está por demostrar.
Metida, quizá a mogollón, en la baraja de motivaciones, hay una de no muy buen ver y de poco eco que, sin embargo, tiene su corazoncito: los jóvenes se ponen de alcohol hasta la bandera los fines de semana porque está de moda. No porque les guste paladearlo, ni porque les cause bienestar (que no vengan con cuentos: la borrachera causa un malestar acojonante), sino porque está de moda.
La idea no es tan sencilla como parece y viene también aderezada de intelectualidad (o sea que cuidado con ella). De esta guisa: la sociedad es gregaria; el poder económico lo aprovecha dictando las pautas de comportamiento que le convienen, disfrazadas de modernidad; el gregarismo, manipulado de forma abusiva, se ha hecho enfermo; la sociedad, en consecuencia, está enferma; y la juventud, que procede por imitación, no se libra de la enfermedad.
Entonces, a lo mejor no todo está perdido en lo que se refiere al irracional consumo de alcohol y sus desastrosas consecuencias. El Pacto por la noche u otros pactos al estilo Pinto podrían empezar a ser una solución. Bastaría con que consiguieran poner de moda el fútbol sala, el mus, el cuero repujado. En vez de la fiebre del sábado noche (que marcó tontamente una moda; por ahí pudo empezar la vaina) o el cuelgue del fin de semana, el partido, la partida, la partija, el partidismo, la partición; el repujado, el repulido, el repunte, el repulgo, la reputación.
Muchos jóvenes (dicen, y uno lo cree) se meten en el fregado de las copas los fines de semana porque lo manda quien maneja el cotarro, porque lo asume el gregarismo de la tribu, por no sentirse marginados, por estar -en definitiva- con los chicos y las chicas de su edad, que es lo propio. Y si en vez de copas impusieran madrigales, pasarían los fines de semana recitando madrigales a la gachí, al gachó, al gaché y al lucero del alba.
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