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SYDNEY 2000

Sólo la fantasía de Duishebáiev

Ciertos detalles negativos siembran dudas en torno al futuro de España

Leontxo García

Si no es por él, España lloraría un estreno con fracaso. El artista genial, el segundo mejor jugador del siglo, el cerebro de la selección, Talant Duishebáiev, tuvo que ponerse el mono de obrero para ganar a Túnez, un rival de segunda fila, pero muy incómodo por su peculiar estilo.Desde hace años, Juan de Dios Román advierte de que las bicocas son una especie en extinción. Por ello aceleró la recuperación de Duishebáiev tras su golpe en el muslo derecho en el partido amistoso con Egipto. Otro entrenador le habría dado descanso contra Túnez y Australia para tenerlo al 100% ante Francia. Sin embargo, él no fue a la ceremonia inaugural de los Juegos para quedarse con su central y su médico, Ignacio Nebot, en la Villa Olímpica. Y unas horas antes del encuentro de ayer pidió a su ayudante, Juan Hernández, que probase a Duishebáiev.

ESPAÑA 24 TÚNEZ 22

España: Barrufet; Guijosa (3), Masip (1), Duishebáiev (7), Urdangarín (3), Ortega (5) y Xepkin (3) -equipo inicial-; Lozano (1), Olalla (1), Urdiales y Núñez (portero).Túnez: Sanaa; Ayed (2), Tej, Ben Amor (6, uno de penalti), Messauidi (1), M. Madi (4, uno de p.) y Siud (5) -equipo inicial-; Sebui, Busnina (1), A. Madi (3, uno de p.), Meguenem y Zehani. Árbitros: M. Nachevski y D. Nachevski (Macedonia). Excluidos: Masip (2), Olalla (2) y Xepkin; Meguenem, Sebui (2) y Tej. Marcador cada cinco minutos: 2-3, 4-4, 6-7, 6-8, 7-10, 12-10 (descanso), 15-11, 18-13, 19-16, 21-18, 22-19 y 24-22.

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Sin dramatizar

Los primeros 25 minutos sirvieron para comprender cuánta razón tenía Román. España hacía agua ante un rival de pocos pero buenos recursos: Siud, que juega en el Ciudad Real, forma con Ben Amor y M. Madi una primera línea potente, sobre todo si la defensa del rival no les corta la circulación. Así, Túnez llegó a dominar por 7-10. El contraataque español no existía y las acciones ofensivas eran un catálogo de imprecisiones, pérdidas del balón y fallos clamorosos de Xepkin. Pero Siud se lesionó, Masip empezó a cumplir y hubo suerte en el ataque: un parcial de 5-0 dejó la primera mitad en un 12-10 quizás injusto.

La segunda parte fue, en fin, una exhibición de Duishebáiev. Sus fintas, cambios de ritmo y dirección, pases de fantasía y tiros magistrales convirtieron el envite en un espectáculo emocionante con la colaboración de los tunecinos, que no cejaron hasta fallar un gol fácil que les habría colocado con un esperanzador 22-21 a tres minutos del final.

Con independencia de que Túnez sea un rival atípico, España dio muestras negativas. "Estoy bien sólo a ratos", admitió Barrufet. Más preocupante es el caso de Xepkin. Duishebáiev le justificó: "Está demasiado motivado y nervioso porque, a sus 35 años, son sus últimos Juegos".

Sobre la firma

Leontxo García
Periodista especializado en ajedrez, en EL PAÍS desde 1985. Ha dado conferencias (y formado a más de 30.000 maestros en ajedrez educativo) en 30 países. Autor de 'Ajedrez y ciencia, pasiones mezcladas'. Consejero de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE) para ajedrez educativo. Medalla al Mérito Deportivo del Gobierno de España (2011).

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