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Blair recurre a medidas excepcionales para desbloquear el suministro de combustible

El movimiento de protesta popular contra la subida del precio de los carburantes provocó ayer un bloqueo dramático en el suministro de combustible en el Reino Unido. La sequía afecta al 75% de las gasolineras del Reino Unido y una de cada dos estaciones se ha quedado ya sin reservas. Ante un conflicto que ha llevado a la cancelación de intervenciones quirúrgicas y hasta eventos deportivos, el primer ministro británico, Tony Blair, obtuvo anoche poderes especiales de la reina Isabel para afrontar la crisis. Se trata de la primera vez que se utiliza este mecanismo previsto en una Ley de Energía de 1976.

Policía menos comprensiva

"No podemos aceptar que bloqueos ilegales, piquetes u otros gestos de acción directa dicten nuestra política. Intentar paralizar el país no tiene justificación alguna. No hay excusa para este tipo de acción". Con esta triple negativa, Tony Blair se dirigió por la tarde a transportistas, granjeros, pescadores y taxistas que paralizan el suministro de carburante desde refinerías y depósitos hasta las gasolineras del Reino Unido. La protesta, que arrancó espontáneamente el pasado jueves para pedir una rebaja de los impuestos de los carburantes, ha dejado secas a una de cada dos de las 13.000 estaciones de servicio.Lo que comenzó como una protesta contra el alto precio de la gasolina se ha convertido en un problema de Estado. Para paliar la crisis, el primer ministro dio la noche anterior un paso excepcional y convocó al Consejo Privado para aprobar en presencia de la reina Isabel II una orden de contingencia, que otorga plenos poderes al Gobierno para asegurar la distribución normalizada de carburante. "Todo está en pie para regresar a la normalidad en 24 horas", aseguró Blair en una conferencia de prensa convocada para justificar esta extraordinaria decisión, que supone el uso de un mecanismo legal recogido en la Ley de Energía de 1976 y que nunca había sido utilizado, según fuentes de Industria citadas por la BBC.

Blair no concretó qué tipo de acciones están en marcha para resolver la situación y se limitó a señalar que cuenta con el respaldo de las compañías petrolíferas y del cuerpo de policía, con las que ha mantenido conversaciones intensas. Parece evidente, sin embargo, que el Ejecutivo laborista no claudicará a la presión de los manifestantes. "Si nos rendimos a sus demandas, las consecuencias serán peores. Dañaríamos la credibilidad de nuestra política económica, pondríamos en riesgo la economía y traicionaríamos los intereses del país", advirtió. Pocas horas después, un primer convoy de cinco camiones cisterna con gasolina abandonaron la refinería de Purfleet (Essex, este del país) escoltados por la policía.

Pero las manifestaciones ya han alterado la tradicional flema británica. Una de las más afectadas es la capital. En Londres, muchas gasolineras estaban en las últimas anoche. El servicio de taxis en la City, cuartel general de los negocios, empieza a resentirse. Los ciudadanos, cada vez más alarmados, se aprovisionan de forma masiva de alimentos y combustible, actitud que agrava la escasez de carburantes. Algunos hospitales han tenido que supender operaciones quirúrgicas.

El bloqueo del suministro persigue una reducción de la tasa fiscal sobre el carburante, la más alta de Europa, según los analistas. Por cada litro de gasolina, los británicos pagan 55,47 peniques en impuestos e IVA frente a 28,04 peniques en España, 24,39 en Grecia, o 46,24 en Francia, según el Servicio de Aduanas británico. "Este dinero", dijo Gordon Brown, ministro de Finanzas, "se destina a financiar la sanidad, educación y transporte públicos". "No tomamos decisiones frente a un bloqueo ilegal, sino a la hora de definir los Presupuestos del Estado. Con la volatilidad de los precios del crudo no debemos tomar soluciones a corto plazo, sino en línea con el curso de estabilidad a largo plazo. La gasolina debe fluir hasta el consumidor sin interrupciones en las barricadas", continuó en un discurso frente a sindicalistas que celebran su congreso anual en Glasgow, Escocia.

El Ejecutivo confía en extender su dura posición tanto a las compañías petrolíferas como a la policía, que vienen actuando con ligera firmeza contra los manifestantes. Los agentes del orden alegan que la protesta es, salvo excepciones, pacífica y dentro de los márgenes legales. Los conductores, por su parte, simpatizan con los manifestantes y se niegan a cruzar la línea de piquetes."No minimizamos las dificultades de transportistas y granjeros, pero dañando el país no es la forma de ayudarles. El problema se resolverá presionando a los miembros de OPEP [Organización de Países Productores de Petróleo]", advirtió ayer Blair.

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