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FÚTBOL Liga de Campeones

El Madrid rectifica a tiempo

La entrada de Celades y Guti permite a los de Del Bosque rescatar un punto frente al Sporting de Lisboa

José Sámano

Al fútbol le puede la galbana y en septiembre aún no se ha desperezado. Ni siquiera ante una cita de altura, como la Liga de Campeones, los jugadores son capaces de sacudirse un cierto muermo estival. Todavía resacoso, el Madrid despachó un partido demasiado sombrío, muy plano. Parsimonioso en exceso, al equipo madridista le faltó juego, vigor y concentración, tres pecados que estuvieron a punto de empujarle a la derrota hasta que fue rescatado por Guti y Celades, encadenados al banquillo hasta que Del Bosque rectificó su apuesta inicial por Flavio y Makelele.Durante el primer tramo del choque al Sporting le bastó un punto más de ánimo, una mejor disposición. Y tuvo a André Cruz, un central brasileño con una zurda de plomo que adquirió cierta reputación en el calcio, donde dejó huella en el Nápoles antes de engancharse con menos éxito al Milan. Cruz tiene dificultades para defender, pero su pegada le hace temible en los ataques estáticos. El Madrid lo sabía, porque hace sólo un mes que en un partido amistoso en el mismo estadio y frente al mismo rival, Cruz azotó a los madridistas con un fantástico lanzamiento de falta directa. Ayer, como si hubiera dejado una chincheta para recordar el punto exacto de aquel exitoso zapatazo, no desaprovechó una ocasión idéntica, en el mismo palmo del estadio José Alvalade para ejecutar a Casillas, que reaccionó muy tarde. Tres minutos antes, el propio Cruz había dinamitado al Madrid al lanzar de forma fantástica un córner. Golpeó la pelota con una violencia formidable y el balón cogió el vuelo preciso para peinar a Makelele y Sa Pinto y desviarse a la red.

SPORTING 2 REAL MADRID 2

Sporting de Lisboa: Schmeichel; César Prates, Beto, André Cruz, Rui Jorge; Hugo (Bruno Caires, m. 73), Bino; Sa Pinto (Edmilson, m. 80), Horvath, Joao Pinto (Toñito, m. 84); y Acosta.Real Madrid: Casillas; Míchel Salgado, Iván Campo, Helguera, Roberto Carlos; Figo, Flavio (Guti, m. 60), Makelele (Celades, m. 60), Savio; Raúl y Munitis (Julio César, m. 90). Goles: 1-0. M. 39. Córner que lanza Cruz y entre Makelele y Sa Pinto desvían el balón en el primer palo. 2-0. M. 42. Cruz, de falta directa. 2-1. M. 50. Enorme lanzamiento de falta directa de Roberto Carlos. 2-2. M. 76. Raúl culmina un pase atrás de Figo tras una internada por la banda con un disparo raso que desvía Rui Jorge a gol. Árbitro: Alfredo Trentalange (Italia). Amonestó a Savio. Unos 42.000 espectadores en el estadio José Alvalade de Lisboa.

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Los goles fueron una derivada del pálido juego exhibido por el Madrid, al que todavía le pesa la mochila. Poco engrasado aún, el equipo estuvo nublado durante casi una hora. Y la posición de Flavio y Makelele tuvo mucho que ver. Del Bosque les dio el timón, pero son dos jugadores clónicos, con buena disposición defensiva y escasas luces para la dirección. Sobra uno. Su fútbol sólo tiene una marcha: pase corto y siempre horizontal, y ninguna alegría fuera de la cueva. Una partitura necesaria en ocasiones, aunque demasiado previsible cuando se duplica y no hay otras alternativas.

El tran-tran de Flavio y Makelele produjo dos consecuencias contraproducentes para el Madrid. Los centrales sintieron la necesidad del pase largo y Figo y Savio, sin nadie que les alimentara en las orillas, se buscaron la vida por el centro. Un desahogo para los lisboetas, aliviados por el empeño madridista en despreciar su mejor y flamante recurso.

El mal trago del primer tiempo hizo recapacitar a Del Bosque, que de una tacada aparcó a Flavio y Makelele en beneficio de Guti y Celades. Un trueque decisivo. El Madrid encendió la luz, los dos suplentes dieron otra cuerda al partido. La circulación se aceleró y el Sporting lo pagó caro, porque cuando la pelota coge vértigo el contrario suda más. Su presión fue menos efectiva y la movilidad de Guti, que hizo de enganche, no de guardián de Celades, le resultó todo un problemón. Figo y Savio encontraron aliados y se ataron a las bandas, donde realmente son dañinos. Un síntoma: una jugada del portugués por el costado izquierdo desembocó en el gol de Raúl y otra por el margen derecho casi empina el marcador del lado madridista.

Sujetado el marcador, la clarividencia de Celades resultó decisiva y el partido se inclinó de lado español. Figo pegó un estirón, Raúl se hizo presente y todo tuvo más sentido. El Sporting se difuminó y el miedo le hizo tiritar más de la cuenta. El contrario le robó la pelota, le arrinconó y le mostró un perfil más dañino. Sin alardes, pero con más orgullo que en los inicios, el Madrid terminó muy por encima de su rival, al que había regalado más de un baile. Quizá por pereza, quizá por soberbia o quizá por falta de oxígeno.

Pero aun sin vuelo, el equipo de Del Bosque dejó una evidencia: sus recursos son infinitos, sobre todo cuando se exprimen en toda su dimensión, sin rebajas ni más cadenas de la cuenta.

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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