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Una producción sobre la Casa Blanca vence en los Emmy

De nuevo, el lenguaje desgarrado de Los Soprano perturbó a los miembros de la conservadora Academia de la Televisión de Estados Unidos, otra vez inclinada en sus votos hacia formatos más tradicionales en el reparto de los Premios Emmy, los más prestigiosos de la televisión. Pero al menos en la última edición se ha roto la tendencia de acumular los galardones en las series que reinan en los índices de audiencia al reconocer los méritos de productos más o menos innovadores. La entrega de los Premios Emmy, celebrada en la madrugada del domingo al lunes en el Shrine Auditorium de Los Ángeles, se convirtió en un paseo de éxito para The West Wing, la serie de la NBC sobre los engranajes de la Casa Blanca. Los Emmy, convertidos en una batalla entre la solemnidad convencional de esta producción y la violenta calidad de Los Soprano, dieron la espalda a la familia mafiosa por segundo año consecutivo. Sólo James Gandolfini consiguió quitarle el premio al mejor actor al viejo Martin Sheen, presidente de EEUU en West Wing. Esta serie podía permitirse la derrota en esa categoría: al fin y al cabo, se llevó nueve premios -marcó récord- frente a tan sólo uno de Los Soprano, auténtica humillación para un producto que aspiraba a 18 estatuillas.

The West Wing (TVE tiene los derechos de emisión) es una serie excelente, pero sirva como demostración de la injusticia un hecho poco común: el creador de esta serie, al recoger el premio final, reconoció que Los Soprano es "lo mejor que le ha ocurrido a la televisión en mucho tiempo".

En los últimos años, los Emmy se habían obstinado en regalar los mejores premios a los clásicos en drama y comedia (Urgencias, Frasier, Friends), pero al fin reconocieron el valor de lo nuevo. Así, se llevó el Emmy a la mejor comedia Will & Grace, un producto de James Burrows (el maestro detrás de Cheers) sobre un homosexual que convive con su mejor amiga. También se premió a la protagonista de Raymond, Patricia Heaton, que venció a Calista Flockhart (Ally McBeal) y Sarah Jessica Parker (Sexo en Nueva York). En un alarde de revolución, hubo incluso un premio a la mejor dirección para una de las series más refrescantes, Malcolm in the middle (Antena 3).

Al final, no podía faltar la lágrima fácil de estas ceremonias: el premio al mejor actor de comedia fue para Michael J. Fox, que dejó Loca alcaldía para luchar contra el Parkinson que sufre.

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