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El 'narcosubmarino' colombiano

"No me van a creer en Washington", dijo sorprendido el director de la DEA en Colombia, Leo Arreguin, al encontrarse frente a frente, el pasado miércoles, con uno de los hallazgos más espectaculares de la policía antinarcóticos colombiana: un submarino de 36 metros de largo y cuatro de alto con capacidad para transportar 15 toneladas de cocaína. Según Arreguin: "Nunca en mis 32 años trabajando con la policía había visto algo como esto".Toda la operación, según dijo la policía, era un intento de las mafias rusa y colombiana, conectadas con organizaciones criminales estadounidenses para "inundar" de droga los mercados de Estados Unidos y Europa.

"Estoy impresionadísimo", agregó el jefe de la DEA, y pidió con urgencia una cámara para que, armado con una foto del hallazgo, en su país dieran fe del hecho y no lo tomaran por loco.

El agregado de policía de la embajada rusa también quiso "ver para creer", pues estaba convencido de que se trataba de una broma. Bastaron unos segundos de reconocimiento del submarino para que, igualmente sorprendido, concluyera: "Esto es tecnología de mi país". En palabras del capitán Ismael Idrobo, director de proyectos de la Academia Naval de Colombia: "Es impresionante comprobar cuánta tecnología puede comprar el dinero ilegal".

Idrobo explicó que los traficantes ya habían utilizado en otras ocasiones pequeños batiscafos o minisubmarinos para transportar la droga. Pero la máquina encontrada es tres veces más grande que el más grande de estos batiscafos, descubierto hace cinco años.

Todo resultaba insólito. La bodega donde fue encontrado el fuselaje está a 2.600 metros sobre el nivel del mar, en una carretera que une a esta capital con la población de Focatativa, en la sabana de Bogotá. La playa más cercana está a 700 kilómetros de distancia.

Según la policía, el narcosubmarino, protegido con anticorrosivo color naranja, iba a ser llevado, dividido en tres casquetes, hasta la costa pacífica para iniciar sus cruceros ilegales en el puerto de Buenaventura. El peso total de la nave es de 150 toneladas y tiene capacidad de carga de entre l0 y l5 toneladas. Su estructura está diseñada para 10 tripulantes, para navegar a 100 metros de profundidad y mantenerse sumergido hasta 6 horas. El coste total estimado de la obra es de 10 millones de dólares.

"La operación antidroga fue el resultado de ocho meses de investigación de inteligencia", contó el director nacional de la Policía General, Luis Ernesto Gilibert. Durante ese tiempo se siguieron los pasos de un ciudadano gringo y se rastrearon llamadas entre rusos, gringos y colombianos.

Al final, gracias a las confidencias de un informante que indicó el sitio donde se construía el "submarino naranja", la policía antinarcóticos asaltó la bodega; sin embargo, lo único que encontraron allí fue un perro rottweiler.

A pesar de no practicar ninguna detención, se encontraron pistas de los supuestos implicados, manuales, herramientas y un decálogo de claves ruso-español que servía de traductor en el momento de entenderse las dos mafias. "Las utilizaban para hablar sobre la mercancía y los elementos que importaban para el submarino", dice la policía.

El principal testigo es el dueño de la bodega. Dijo que la arrendó hace nueve meses y que diariamente llegaban al lugar cuatro hombres de nacionalidad rusa. La policía afirma que sigue los pasos de tres norteamericanos, tres rusos y varios colombianos, supuestamente narcotraficantes, integrantes del cartel del norte del Valle.

Hasta ahora no hay ningún detenido. El jefe de inteligencia de la DEA, Steve Castell , investigará directamente el caso y un delegado ruso será el encargado de determinar si en la fabricación del aparato pudieron haber participado asesores militares o de la Marina rusa.

Han pasado ya cuatro días desde el "asombroso" descubrimiento. La prensa de ayer, domingo, sin embargo, le dedica pocas líneas. El director de cine y columnista del diario El Espectador se aventura a señalar: "Apuesto a que el submarino amarillo va a resultar siendo un elefante blanco de esos que algún artesano criollo se inventa para trillar maíz o para conservar cereales". Y concluye: "No sería la primera vez que harían el ridículo los organismos de inteligencia o seguridad de aquí o en cualquier parte del mundo".

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