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Tribuna:LA SITUACIÓN EN EL PAÍS VASCO
Tribuna
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Las vacaciones del Estado

Emilio Lamo de Espinosa

Algún malicioso podría pensar que si el Gobierno del PP focaliza todo su discurso en el tema vasco y el terrorismo de ETA es con ánimo de desarmar a la oposición en el inevitable compromiso de lealtad constitucional. Puede que haya no poco de eso y hace bien el PSOE en tomar ciertas distancias. Pero los horrores vividos este verano exigían algo más que una intervención pública contundente como la que realizó el presidente hace poco más de una semana. Aznar fue tajante, incluso enfático, en la descripción del problema. Pero fue ayuno en la oferta de soluciones, y eso, no el diagnóstico, es lo que los ciudadanos debemos exigir del Gobierno. La respuesta aparece ahora, en el paquete de medidas que aprobó el Consejo de Ministros el pasado viernes.Pues los horrores de este verano no son sólo las acciones de ETA; también, y lamentablemente, las omisiones del Estado. El 12 de agosto, en Bilbao, en el homenaje a los etarras muertos cuando preparaban un nuevo asesinato, tres encapuchados y miles de radicales colocaron el hacha y la serpiente de ETA junto a las fotografías de los terroristas y tanto Otegi como Idígoras animaron a la continuidad de la violencia en una clara apología del terror de ETA. Nadie intervino, nadie les molestó; al parecer, su conducta es legal. La secuencia de cesiones y omisiones continuó con los homenajes sucesivos en Markina, Durango y Hernani, que implicaron la toma de posesión de la ciudad, zona liberada por ETA durante varias horas. Los periodistas, amenazados y expulsados, relataban que aquella tarde Markina era un pueblo fantasma: ventanas cerradas, ni un bar abierto, ni un paseante. "Estamos atrincherados en casa, muertos de miedo", aseguró uno de los vecinos. Añadamos la quema de autobuses, los insultos a los familiares de las víctimas y un largo etcétera de humillaciones que los ciudadanos sufren a diario de los violentos.

Oportunamente, el editorial de este periódico aludía hace poco a una "cultura de las cesiones" que hace que no sólo la kale borroka sino incluso el terrorismo sea hoy casi gratis. No es cultura, por supuesto, sino incultura o subcultura enferma, hecha de debilidades o complicidades con el terror, y que tiene dos vertientes que se refuerzan: la de la sociedad y la del Estado. Dejemos para otra ocasión el análisis de la perversa enfermedad moral que padece una parte de la sociedad vasca y que le lleva a confundir a un guerrero con quienes matan a mujeres por la espalda o asesinan a ciudadanos indefensos. Pues quizás no sea menos grave, es desde luego menos comentada, y no deja de reforzar la misma enfermedad moral la incultura de las cesiones del Estado. Uno diría que el Estado español estaba de vacaciones estas semanas de agosto, pues sólo así se explica tal sarta de concesiones que atenta contra los más importantes principios del orden político, hace increíble al Estado, deja inermes a los ciudadanos y envalentona a los asesinos. El enemigo no es el PNV, a lo sumo adversario ambiguo; pero sí lo es la violencia en todas sus formas.

Así, cuando el presidente señala que el PNV "ha cruzado la línea y está en el otro lado" debe andar con sumo cuidado; cuanto más carga las tintas en la irresponsabilidad del Gobierno de Euskadi, más responsabilidad arroja sobre sus propios hombros, y no parece necesario recordarle que la Constitución prevé que, si una comunidad autónoma no cumpliere las obligaciones que la Constitución u otras leyes le impongan o actuare de forma que atente gravemente al interés general de España, el Gobierno, previo requerimiento al presidente de la comunidad y, en el caso de no ser atendido, con la aprobación por mayoría absoluta del Senado, podrá adoptar las medidas necesarias (art.155). No estaría mal que el Gobierno revisara el énfasis antinacionalista, que puede llevarle demasiado lejos, para impulsar el frente policial revisando al tiempo las insuficiencias del marco legal actual, todo ello, por supuesto, con el apoyo (previo, por favor) del PSOE y otras minorías. Faltan más de dos años para unas nuevas elecciones en Euskadi y el lehendakari puede aguantar atrincherado. En ese tiempo la espiral de voz de los violentos, paralela a la espiral de miedo y silencio de los ciudadanos, puede haber destruido el tejido moral de Euskadi haciendo una burla de la democracia. Creo que debemos alegrarnos de que el Estado intente regresar él también de estas largas vacaciones.

e.lamo@iuog.fog.es

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