_
_
_
_

"De una paliza que me pegó llevó dos huesos postizos"

Lo que sigue es un resumen del escalofriante relato que Teresa de Jesús Moreno Maya ha hecho sobre su vida con Vicente hasta el momento en que el hombre murió de un tiro en la cabeza cuando forcejeaba con ella:"Llevaba 17 años viviendo con Vicente. Cuando lo conocí no se portaba muy mal, aunque fumaba porros y bebía. Los primeros años se portó más o menos bien, aunque no trabajaba. Yo vendía flores, y cuando llegaba a casa me quitaba el dinero para porros, bebida y drogas. Enseguida me cargué de hijos, se llevan 13 meses (...), y tuve que pedir limosna". "Cuando se terminaba el vino y la cerveza me rompía con la navaja toda la ropa del armario. Me seguía con la vara en la mano por el barrio y me escondían las señoras de Mejorada, porque lo sabían; uno de los días me pegó una patada en mis partes con toda la tripa hinchada y sin poderme mover. De una de las palizas que me pegó, llevo dos huesos postizos en la nuca. De otra paliza me rompió el tímpano. Llevo puñaladas en el cuello y en la pierna. Como soy gitana, me dio miedo ir a la Guardia Civil. Y todas esas cosas nunca las he podido denunciar, porque si no ellos me matan".

Más información
Rivas solicita a Justicia el indulto para una mujer condenada por matar a su marido

"Al final venía con pistolas pegando tiros cuando entraba en la casa y yo tenía que salir corriendo a refugiarme en casa de un primo hermano suyo, o al campo oscuro entre las matas". "Estas cosas no las dije en el juicio porque mi abogado dijo que todos los sufrimientos y palizas era mejor no contarlo. Yo, como no entiendo, le creí, pero ahora yo creo que ha sido peor no decirlo".

"Como todos los días entraba pegando tiros en la casa, yo hablé con el tío Aquilino, el patriarca, para que le quitara las pistolas; le riñeron, pero no hicieron nada, y siguió pegando tiros, hasta que pasó lo que pasó". "El día que murió Vicente, como solía hacer todos los días, me puso la pistola en la cabeza diciéndome que me iba a matar; me abracé a él implorándole que no lo hiciera; en el forcejeo nos caímos sobre la cama y se disparó la pistola (...). Yo se la quité de la mano y se la di a su madre. Cuando vino su familia empezaron todos a pegarme, patadas, bofetadas; me rompieron dientes y sangré por todas partes; con la cara hinchada me refugié en casa de una mujer de Mejorada y desde allí llamaron a la policía".

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_