Mueren cuatro maquinistas al chocar de frente dos trenes de mercancías de FEVE en Vizcaya
Dos trenes de mercancías de FEVE chocaron ayer cuando circulaban por la misma vía en direcciones opuestas -uno hacia Santander y otro hacia Bilbao- en un paraje boscoso de Carranza (Vizcaya), en el límite con Cantabria. El brutal impacto de los convoyes causó la muerte en el acto de sus cuatro ocupantes, dos maquinistas y sus respectivos ayudantes. Tras el choque, el posterior descarrilamiento provocó un incendio y el vertido del gasoil de las máquinas al río Carranza. La empresa atribuyó el siniestro a que el tren procedente de Bilbao salió de la estación sin permiso.
Eran las 8.40 cuando un fortísimo estruendo sobresaltó a los escasos vecinos que viven en Puente del Molinar, y a los cerca de 70 clientes del balneario ubicado a unos 50 metros. A Roberto Prado, un jubilado que vive en una finca cercana, lo primero que se le pasó por la cabeza fue que era "un atentado de ETA". El accidente ocurrió en la vía férrea que pasa junto a su finca, justo encima del río Carranza. Corrió hacia la alta columna de humo negro. Divisó un enorme fuego causado por la colisión y pudo ver que ya estaba allí Felipe Franco, encargado de mantenimiento en el balneario, que fue el primero en acercarse al amasijo de hierros. "Vi el fuego. Grité por si había alguien. Pero nadie respondió", explicó Franco. Poco después llegaron los bomberos que, tras apagar el fuego, sacaron los cuatro cadáveres atrapados en las locomotoras ayudados por agentes de rescate de la Ertzaintza. Las víctimas son el maquinista Esteban José Manteca, de 52 años, y su ayudante, Ricardo Fresno, de 41, quienes se dirigían a Santander desde Bilbao; y el maquinista Gerardo Guerra, de 34 años, y su ayudante, Vicente Quintana, de 43 años, quienes hacían el trayecto inverso. Todos eran cántabros. La iglesia de los Pasionistas de Santander acogerá un funeral conjunto hoy a las 16.00. Los trenes de FEVE pararán hoy entre las 16.00 y las 17.00 en señal de duelo convocados por los sindicatos UGT, CC OO y CGT.
Los cuatro maquinistas tenían mucha experiencia. "El que menos, llevaba en FEVE desde 1985", dijo un portavoz de la compañía. La investigación emprendida por FEVE -el juez inició otra- apunta a que ambos trenes se encontraron en el tramo de vía única porque el que procedía de Bilbao, el 9860, realizó "una salida indebida de la estación de Carranza", ubicada a kilómetro y medio del lugar de la colisión. El itinerario de la jornada indicaba que el 9860 debía esperar en Carranza a que pasara el otro convoy, el 9683, según una nota de FEVE. El delegado del Gobierno en Euskadi, Enrique Villar, enumeró en el lugar del siniestro los posibles motivos de que el tren no esperara: "[Una decisión de] el que llevaba el tren, la estación o el sistema [de semáforos para detenerse o seguir]". Fuentes de FEVE señalaron por la tarde que sus técnicos ya habían tomado declaración al jefe de la estación de Carranza, la última por la que pasó el tren supuestamente responsable del choque. Esta estación tiene semáforos de entrada y salida y no se puede partir sin autorización expresa del jefe de estación, según fuentes de la empresa.
La colisión provocó que dos de las locomotoras del tren que salió de Bilbao cayeran al río que pasa 12 metros bajo la vía. La tercera que éste llevaba quedó colgando. Las dos máquinas que impulsaban al convoy procedente de Santander quedaron, sin embargo, sobre la vía.
El tráfico ferroviario entre Santander y Bilbao fue interrumpido. Cada día pasan por ese tramo seis trenes de pasajeros y ocho de mercancía, según FEVE. El sindicato ELA criticó la situación de "abandono" que padece esta vía y, como UGT, urgió a FEVE a invertir más dinero en seguridad.
El delegado del Gobierno en el País Vasco subrayó que, el que los trenes se encontraran en un cambio de rasante y en curva intensificó el impacto. Aseguró Villar que un minuto antes hubiesen podido verse y frenar. Los trenes de mercancías suelen marchar a unos 30 kilómetros por hora, según FEVE. Ambos trenes, impulsados cada uno por dos locomotoras -uno llevaba una tercera pero apagada-, llevaban carga pesada y similar. El convoy que partió de Bilbao llevaba ocho plataformas con bobinas de acero y el de Santander, exactamente lo mismo más otras ocho plataformas de aluminio.
Vertido controlado
A raíz de la colisión se produjo un vertido de gasóleo de dos de las locomotoras al río Carranza, un afluente del Asón que desemboca en la playa de Laredo (Cantabria). El derrame quedó controlado a las 19.00, según un técnico de emergencias del Departamento vasco de Interior. Una empresa privada había logrado succionar el gasóleo estancado en una de las represas y quedaba por sacar el de la otra. La Diputación de Cantabria había sido alertada de la fuga de combustible, según fuentes del Departamento vasco de Interior. Ni Interior del Gobierno de Vitoria ni FEVE supieron precisar cuánto gasóleo llegó al río, aunque fuentes de la empresa ferroviaria explicaron que cada locomotora puede llevar hasta 1.500 litros.Un centenar de operarios de FEVE llegaron al paraje boscoso donde ocurrió el choque para despejar la vía y sacar del río las dos locomotoras. La parte frontal de ambos trenes eran un amasijo de hierros que complicó muchísimo precisar a cuál de los trenes pertenecía cada resto. Por la tarde se afanaban por abrir una pista forestal para permitir el acceso de grúas al lugar del encontronazo. Es posible que también se utilicen grúas sobre los railes.
FEVE estimó que la pista estará concluida hoy y que las tareas de rescate de los vehículos podrían comenzar de inmediato. El tramo permanecerá cerrado al paso de trenes al menos día y medio, según señaló un portavoz de la compañía pública.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.