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Un toxicómano logra ser reanimado en la narcosala de Las Barranquillas tras padecer una sobredosis

Un toxicómano de 24 años sufrió ayer tarde una parada cardiorrespiratoria a causa de una sobredosis dentro de la narcosala del poblado de Las Barranquillas (Vallecas Villa), según fuentes médicas. Los profesionales que trabajan en el centro de venopunción avisaron a los servicios de urgencias del Insalud para el traslado inmediato del paciente al hospital. Al final, el enfermo fue reanimado por los médicos de la narcosala de Las Barranquillas. Estos facultativos han atendido 21 casos de sobredosis desde su apertura, el pasado 24 de mayo. Su equipo de sanitarios ha tratado otros 30 casos de intoxicaciones por consumo de drogas de menor gravedad. Fuera de la narcosala han fallecido en Las Barranquillas tres drogodependientes. Dos murieron fuera del horario de este dispositivo (de 10.00 a 22.00) y el tercero a media tarde.

En total, por la sala de venopunción han pasado 1.108 drogodependientes en tres meses, de los cerca de 5.000 que acuden cada día a comprar heroína o cocaína a Las Barranquillas. En este tiempo se han efectuado 5.061 intervenciones sociosanitarias, entre las que se incluye dar información, realizar curas, dar jeringuillas nuevas o papel de plata para fumar la droga y facilitar las 10 cabinas de venopunción a los toxicómanos que quieran inyectarse su dosis bajo control médico.

Desde mayo, las cabinas se han utilizado en 2.317 ocasiones. Cada día han acudido a ellas una veintena de drogodependientes.

La Agencia Antidroga decidirá este otoño si la narcosala funciona todo el día. El objetivo de este dispositivo, con 25 enfermeros, médicos y trabajadores sociales y un coste de 140 millones de pesetas, es acercar a los drogodependientes más desarraigados a la red asistencial y evitar que realicen consumos de riesgo (compartir jeringuillas, pincharse en los genitales o hacerlo en el campo).

En el próximo mes de noviembre está previsto trasladar a Las Baranquillas el centro de emergencia para toxicómanos que ahora funciona en el poblado de La Rosilla. En él, los drogodependientes pueden comer, ducharse y recibir atención sociosanitaria.

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