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Sinsabores antes y después

Dicen los que allí estuvieron que, de no haber sido por una gastroenteritis, Rocío Segura se habría llevado la Lámpara Minera hace un año. La joven almeriense no pudo presentarse a la final de 1999 por estar indispuesta a cuenta de una salmonelosis.El jurado incluso llamó al hospital para saber si "la niña" podría, al menos, cantarse algo ese día. Pero ni el llanto de su padre pudo mitigar los 40 grados de fiebre que frustraron su ilusión.

En la edición de este año, otro sinsabor -esta vez "malintencionado"- ha perseguido estropearle el glorioso momento con fabulaciones sobre abucheos y frialdad entre el público tras el veredicto del jurado. "Quiero aclarar que nada de eso es cierto. Los propios concursantes decían que el premio era para mí. Todo fue propiciado por uno de los cantantes de mineras que se llevó a toda su familia e intentó crear ese clima", explica Segura.

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"No le llamo flamenco a lo que sale de una guitarra y un cantaor"

A la cantaora no le asustan que acontecimientos de esta índole pueden repetirse en su vida artística y se muestra decidida a dar el salto al cante profesional. "En cinco años que llevo en esto he tenido de todo y siempre te llevas sinsabores. Pero sé que aquella noche todos estuvieron conmigo".

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