Si los laicos renuncian a la utopía
En tiempos del Concilio Vaticano II, un amigo inteligente e ingenioso me decía: "¡Maravilloso, extraordinario Juan XXIII! Pero nosotros, los laicos, tuvimos nuestro concilio en 1789". (...) Hoy, en los comentarios de los laicos sobre la Jornada mundial de la Juventud apenas se recoge aquella antigua conciencia. (...) La fuerza mediática del Papa casi echa por tierra los modestos espectáculos de comunicación de masas protagonizados por actores mediocres de la política. (...) La gran reunión de Tor Vergata no puede ser interpretada como una simple variante católica de los eventos juveniles. (...) Desde hace demasiados años nos han hechizado con el canto de la sirena del fin de las ideologías sin darse cuenta de que nuevas palabras recorrían el mundo. (...) Los jóvenes católicos (...) han manifestado su adhesión a una idea fuerte de ética, de cultura, de política. (...) En la Declaración de los Derechos del Hombre de 1789 los laicos escribieron "Igualdad". En los últimos tiempos, sin embargo, existe la sensación de que ha cambiado todo con el cálculo económico. No debe sorprender entonces si la palabra de la Iglesia y del Papa parece el único pensamiento de oposición a un mundo dominado por la lógica del mercado.(...) La "misión" del laico (...) es la de expresar con convicción su punto de vista, pero al mismo tiempo trabajar para que existan las condiciones de una confrontación abierta y continua. (...) Estamos lejos de la vieja diatriba entre clericales y anticlericales y ante el difícil trabajo que nos imponen los tiempos de grandes cambios.
21 de agosto
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