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Las grandes empresas españolas se lanzan a comprar por Internet para reducir sus costes

Cristina Galindo

Cuando uno piensa en Internet se imagina coloridas páginas web que venden libros y música. Lo que definitivamente no viene a la cabeza es una empresa tradicional comprando algo tan gris como, por ejemplo, un transformador de electricidad. Pero es aquí donde está el negocio. En España, el comercio en la Red generó el año pasado una facturación de 66.000 millones de pesetas, de los que un 75% se derivaron sólo del negocio entre empresas, según CommerceNet. Las compañías empiezan a sumergirse en la búsqueda de la fórmula que, en teoría, les permite producir lo mismo por menos dinero.

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Responsables de compras de la compañía eléctrica Endesa se sientan frente al ordenador. Introducen una lista de la compra, que incluye transformadores y cables. A miles de kilómetros, proveedores de 12 países pujan para ofrecer la mejor oferta. La más barata, gana. Se llama subasta electrónica, se realiza a través de Internet y empieza a ser una práctica habitual entre las compañías tradicionales que emprenden su camino hacia la nueva economía."Hemos conseguido reducir la burocracia y la gestión de pedidos es más eficiente", señala Julio López Castaño, director de desarrollo de negocio de Endesa Marketplace, la filial de la compañía para el comercio electrónico. La eléctrica realizó 38 operaciones como ésta el pasado mes de mayo para comprar cables y transformadores por 3.000 millones de pesetas. Se ahorró un 15%.

Nada de llamadas telefónicas, ni faxes. Nada de papel. Se pueden elegir los mejores precios. Para comprar un componente o un bolígrafo. "Es una revolución auténtica, comparable a la industrial", señala Alfred Escala, de PricewaterhouseCoopers. El mercado electrónico entre las empresas (B2B) crecerá de los 26,1 billones de pesetas que movió en 1999 en todo el mundo hasta los 130 billones que se intercambiarán en 2004, según la consultora The GartnerGroup, aunque Forrester es más optimista y estima una cifra de 239 billones para 2003.

El dinero que genera la compraventa de las compañías hace palidecer el gasto de un consumidor en la red. En España, el dinero que mueve este negocio es tres veces superior al generado por las páginas web que venden al consumidor, según la Asociación Española de Comercio Electrónico.

"Las empresas españolas están empezando a darse cuenta de que Internet les da un acceso más fácil a los proveedores, forzados a recortar sus precios para ser competitivos", señala Escala. Además, los stocks -pesadilla en las horas bajas- disminuyen: la agilidad de la red permite fabricar lotes pequeños y con mayor frecuencia.

Pero muchas empresas tradicionales se preguntan si vale la pena el esfuerzo. Dell Computer ha sido de las primeras en entender que sí. La multinacional tejana vende el 50% de sus equipos informáticos en Internet y no tiene almacenes. Cada pieza que fábrica tiene dueño antes de entrar en la factoría. Sin intermediarios. "Un ordenador puede tardar cuatro días en llegar a destino", asegura Isabel Aguilera, su directora general en España.

Los comerciales de Dell no atienden el teléfono para apuntar las órdenes de compra. Para eso está Internet. "Es el amigo ideal, porque les permite dedicarse a estar con el cliente y darle mejor servicio", explica Aguilera. Claro que hace falta paciencia para convencerlos. Mientras, su negocio puede crecer sin tener que hacer muchas más contrataciones. Otras compañías del sector con un nivel de ventas similar tienen hasta 10 veces más empleados. Dell contrata en España a 112 personas. Internet alberga pues el potencial de aumentar la productividad.

La incipiente era de Internet está criando otro tipo de mercado. Más allá del intercambio entre dos empresas, empiezan a ponerse de moda las plataformas electrónicas que son punto de encuentro entre compradores y vendedores de una misma industria. Endesa promueve una. También las constructoras Uralita y Dragados. "Todos somos iguales en estos mercados, hasta las empresas más pequeñas", asegura Julio López.

Todo se mueve lentamente bajo la superficie. Que todas esas empresas se conecten y garantizar la seguridad de los pagos es difícil técnicamente. Las compañías se resisten a volcar en la red su información interna, vital para ellas y un dulce para la competencia o los ciberpiratas. Pero hasta que las empresas no completen la mutación, dicen los expertos, la era de Internet no habrá llegado realmente .

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Sobre la firma

Cristina Galindo
Es periodista de la sección de Economía. Ha trabajado anteriormente en Internacional y los suplementos Domingo e Ideas.

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