Trasiego deportivo
Resulta muy llamativo el trasiego deportivo-diplomático que se ha originado a raíz de la pretendida participación bajo pabellón español, en los próximos Juegos de Sydney, de la atleta hispanocubana Niurka Montalvo. Llamativo porque en este caso concurren una buena cantidad de disparates seudodeportivos, junto con una clamorosa colección de injusticias sociales.A nadie se le oculta que, escasos de valores autóctonos, las autoridades deportivas españolas, imitando la actitud de las
francesas, se dedican a nacionalizar a nadadoras rusas, esquiadores alemanes, balonmanistas georgianos o esgrimistas cubanas. El caso es que España aparezca en el medallero olímpico y se puedan celebrar éxitos deportivos "nacionales". Es evidente, cuando se recurre a tales prácticas, que no hay ningún interés honesto por el deporte.Pero, desde el punto de vista de los países de origen de estos deportistas, la injusticia es flagrante: las sociedades ricas, que en casi nada les ayudan, les arrebatan a sus figuras y se lucran con la explotación comercial de sus éxitos deportivos; amén de prestigiarse reclamando como propias las hazañas deportivas de estos singulares emigrantes. Este fenómeno ha sido repetidamente denunciado por deportistas de la talla de Juantorena (en el caso de Niurka Montalvo) o de Marlene Ottey (en el caso de Ben Johnson).
Pero lo que ya rebasa toda medida es que el mismo día en que EL PAÍS informa de la detención de un centenar de emigrantes subsaharianos, todos ellos en busca de trabajo, se dedique el editorial al caso de la señora Montalvo y sus problemas con el Gobierno cubano. Es decir: emigrante, si a España fueres, no lo hagas como trabajador, sino que dedícate a pegar brincos; tanto el Gobierno como los medios de comunicación te tratarán bastante mejor. Curioso, ¿no?-
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