El temporal hace fracasar los primeros intentos de rescate de los 116 tripulantes del submarino
Los dos intentos iniciales para sacar a los primeros 20 de los 116 ocupantes del submarino nuclear ruso Kursk terminaron ayer en fracaso; las fuertes corrientes, la inclinación de 60 grados del navío accidentado y la escasa visibilidad hicieron imposible el acoplamiento del minisumergible de rescate. Más de 30 barcos se han reunido en el mar de Bárens para participar en una desesperada misión contrarreloj. Ayer se supo, además, que el accidente del submarino ocurrió el sábado y no el domingo. Esto reduciría aún más el margen de maniobra para poder salvar a los marineros atrapados.
Pesimismo y realismo
En esta titánica lucha, el tiempo límite de actuación lo establece el oxígeno que resta a bordo. Los cálculos más optimistas del alto mando ruso establecen que el plazo concluye el viernes. A pesar de la utilización hace dos días de una campana llamada Kólokol, que suministró combustible y aire al submarino, las últimas informaciones indican que ayer no se pudo repetir la operación.La situación en el interior es desesperada: sin luz eléctrica, con escasa ventilación e incomunicados con el exterior, los 116 tripulantes aguardan, casi como última posibilidad de sobrevivir, el éxito de los desesperados intentos por acoplar en la escotilla de salvamento un mini sumergible tripulado capaz de transportar a 20 personas.
El mal tiempo no sólo impidió el bombeo de más oxígeno, sino que arruinó las dos primeras inmersiones de este mini sumergible. Las tormentas de superficie y las fuertes corrientes marinas, la escasa visibilidad, unido a la excesiva inclinación del Kursk, que se halla acostado en el fondo del mar de Bárens, hicieron fracasar el acoplamiento. El primero de los fallos también pudo deberse, según algunas fuentes occidentales, a la precipitación del ministro ruso de Defensa, Ígor Serguéyev, quien ordenó botar el mini sumergible cuando la tormenta disminuyó de fuerza cinco a tres.
El almirante Vladímir Kuróyedov, jefe de la Flota del Norte (a la que pertenece el Kursk) y de la operación de rescate, declaró que la tormenta seguía siendo el principal obstáculo. "Las posibilidades se reducen", dijo; "no es que sea pesimista, soy realista".La única comunicacion posible con el interior del submarino nuclear es el lenguaje morse a través de martillazos en el casco, cuya existencia indica, al menos, que aún existe vida a bordo. "La señal de SOS se está debilitando", aseguró anoche un portavoz de la Marina rusa, "es evidente que el oxígeno escasea y que los tripulantes se ven en la obligación de sentarse o tumbarse" para conservar lo poco que les queda.
El sistema de rescate empleado ayer consiste en enviar al Kursk dos mini sumergibles que descienden hasta el submarino nuclear de forma automática. Una vez realizada esta aproximación, los tres pilotos de cada submarino de bolsillo comienzan a efectuar manualmente las maniobras necesarias para acoplarse a la escotilla de salvamento del submarino. Rusia cuenta con una flotilla de 11 mini submarinos de este tipo, capaces de operar a 500 metros de profundidad. El Reino Unido informó ayer que tiene preparado un mini sumergible similar, con capacidad para 16 pasajeros, para ser trasladado de inmediato a la zona si las autoridades rusas así lo reclaman.
Tras el fracaso de la primera intentona, lanzada desde el buque Rudnitski, alrededor de las seis de tarde (hora peninsular española), el mando ruso lanzó un segundo mini sumergible esta madrugada, y que tampoco logró su objetivo, esta vez debido a la escasa visibilidad en el mar. En el caso de éxito, serían necesarias hasta siete horas para completar toda la operación.
Existe una segunda posibilidad, más compleja, que consiste en bajar hasta el fondo dos superflotadores de 400 toneladas. Éstos serían colocados en la proa y en la popa del submarino e hinchados después para arrastrar la totalidad del navío a la superficie.
Las autoridades militares rusas no han logrado aún establecer la causa exacta del accidente. Además, cuentan con el inconveniente de desconocer la situación a bordo y el número de heridos.
El almirante Kuroyédov dijo ayer que no se puede descartar ninguna hipótesis. El Kursk pudo verse obligado a tocar fondo debido a una colisión con un submarino extranjero o a una explosión a bordo. La versión del choque fue la primera que ofreció el mando naval ruso el lunes. La segunda surgió después de que trascendiera que los equipos de un navío estadounidense en la zona habían captado el sonido de una explosión. Ésta es la hipótesis principal: el accidente ocurrió problemente en la sala de torpedos; esto explicaría las primeras informaciones extraoficiales llegadas desde la base naval de Severomorsk, sede de la Flota del Norte, que sostenían que el submarino nuclear comenzó a hacer agua a través de los tubos de salida de los torpedos en el instante de efectuar un disparo. Tampoco se puede excluir que el Kursk chocara contra una mina abandonada en el mar de Bárens desde la II Guerra Mundial. Lo que parece incuestionable es que hubo una explosión a bordo.
Este accidente ocurrió el sábado y no el domingo, como se informó al principio, precisó ayer el portavoz del Ministerio de Exteriores noruego, Karsten Klepsvik. Éste explicó que Moscú había entregado a Oslo un informe oficial en el que se dice que "el accidente sucedió el 12 de agosto" y que el domingo fue localizado en el fondo del mar.
El portavoz noruego agregó que no se han detectado signos de que los reatores nucleares del submarino hayan sufrido daños ni existen señales de fugas radiactivas. El hecho de que el accidente haya ocurrido el sábado, agrava el caso, pues significa que las reservas de oxígeno que quedan en el submarino son mínimas.
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