_
_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El Barça desde la otra ladera FERNANDO VALLS

Mientras que los del Barça y los del Madrid andaban entre dimes y diretes, entre bravuconadas y amenazas, para decidir quién era el presidente menos dañino, decidí refugiarme en las salutíferas páginas de Salvajes y sentimentales. Letras de fútbol (Aguilar, Madrid, 2000. Edición y selección de Paul Ingendaay), de Javier Marías.El conjunto de textos que componen el volumen aparecieron en la prensa, muchos de ellos en este periódico, entre 1992 y 1999. Hoy, leídos en su conjunto, se presentan como el rescate de los sentimientos y aficiones de una parte importante de la adolescencia de su autor. A todo ello contribuyen, y no poco, los cromos de sus ídolos, entre los que no faltan algunos míticos jugadores del Barça. Y Kocsis, ¡buena elección!, aparece como su preferido.

El caso es que un niño nacido en Chamberí, en aquellos años en los que en el Bernabeu jugaba San Di Stéfano, sólo podía ser del Madrid, el 'equipo -confiesa Marías- de mis más constantes amores'. Muchos años después, cuando ya se había convertido en un autor prestigioso, reconoció que pocas cosas le habían hecho tanta ilusión como poder escribir sobre fútbol, de vez en cuando. Quizá porque los avatares de las competiciones, convertidas ahora en un empacho casi diario, era una grata manera de recuperar aquellas sensaciones de la infancia. Hablamos, en fin, de aquellos penosos años en los que gobernaba Mano Floja (así lo llama el autor), y en los que el fútbol, como el cine, podía ser un oasis ante tanto aburrimiento y arbitrariedad.

Javier Marías entiende el fútbol, el circo romano de hoy, como una épica de héroes y villanos, como un deporte en el que hay que ganar siempre y en el que debe imperar la angustia y el sentimiento. Quizá todo su misterio pueda resumirse en una idea y una frase. Así, al aconsejable respeto por la continuidad y la historia del club puede añadirse una afirmación que cuesta poco suscribir: 'En este juego, si no hay drama no hay nada'.

Ya pueden imaginarse que no pienso perder el tiempo recordando los muchos momentos de gloria madridista. Me interesa más ocuparme del generoso espacio que le dedica al Barcelona. Lo que quiero entender como una buena prueba del temor, y respeto, que todo madridista con dos dedos de frente siente por su más genuino rival. Si algo define al culé es su gusto por vivir permanentemente instalado en el síndrome de la victoria semanal y la derrota final, por lo que su hábitat natural es la Queja (con mayúsculas). Pero de todos los forofos del Barça, la especie menos evolucionada es aquella compuesta por los que van de progres. Como los curas modernos, con los que tantos rasgos tienen en común, confunden la velocidad con el tocino y se toman en serio aquello de que es més que un club, nada menos que el doble especular de la nación catalana. Ni que decir tiene que ésos no son sólo los más devotos sino los més patidors, pues cada vez que el equipo pierde (plagado de mercenarios extranjeros) también es derrotada casa nostra... En fin, Marías compara la historia del Barça, al que define con exactitud como 'un equipo exquisito y melancólico', 'artístico y frágil', con un cine en el que sólo ponen películas de Antonioni y Bergman, aunque de vez en cuando (con César, Kubala, Cruyff, Marcial o Romario) programen una de Lubitsch o Wilder.

Estemos o no de acuerdo con las opiniones de alguien con un corazón tan blanco, y nunca se puede coincidir con quien no tiene empacho alguno en declararse madridista y reivindicar una historia progresista del club de la capital (¡quina barra!), ésta es otra excelente excusa para volver a leer a Javier Marías.

Que un deporte en el que tantas veces intervienen los riñones y los pies (y no sólo los de los jugadores) y tan pocas la cabeza, haya sido el acicate para que alguien escriba un libro como éste, lleno de inteligencia y buen humor, me reconcilia con el fútbol. Y siempre alegra, además, entre tanto guirigay futbolero, encontrar un 'merengue civilizado' -así se define el gato Javier Marías- que nos manda estas sugestivas señales de humo vikingas, con mechas blaugranas.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Fernando Valls es profesor de Literatura Española Contemporánea de la UAB.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_