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MÁLAGA

Alternativa de Vilariño

Una alternativa. ¿Una más? Con la ampliación de la nómina de matadores, serlo ya no es tan excepcional como en otros tiempos y, sobre todo, tras las cuestas que se han subido de novillero, ahora vienen los puertos de primera categoría. Nunca ha sido fácil la profesión, pero ahora está seriamente complicada. Suerte.Una suerte que se negó en el toro de la ceremonia, que se encontraba en el límite de lo permisible, sólo que inválido. Con el capote, David estuvo más elegante que apretado y no pudo evitar que el torete se viniera al suelo. A los pocos pases, tomó la costumbre de entrar a la muleta al trote cochinero, aderezado con saltitos y quedándose corto.

Víctor Puerto vino dispuesto a agradar, lo que es elogiable en sí. El toro se vino arriba y el torero hubo de sacar temple para llevar la embestida. Tenía que desengañarlo constantemente y evitar una embestida rebrincada, reflejo de la falta de fuerzas. El toro se acabó y el matador insistió en demasía. El quinto, que estaba cojo, se partió un pitón; el sobrero de Guardiola fue manso, pero Víctor Puerto, tras un buen quite por chicuelinas, vio la posibilidad de torearlo a media altura sin obligarlo; cuando no pasaba el toro, lo hacía el torero.

Sayalero / Puerto, Califa, Vilariño

Cinco toros de Sayalero y Bandrés, excesivamente justos de presentación; el 1º, inválido; el mejor, el 5º; el 4º, sobrero de Salvador Guardiola, manso, y uno, el 2º, de Los Recitales, de escaso trapío.Víctor Puerto: pinchazo -aviso-, pinchazo, bajonazo (división de opiniones); estocada (oreja). El Califa: estocada trasera desprendida (silencio); estocada desprendida (oreja). David Vilariño, que tomó la alternativa, media perpendicular desprendida, descabello (vuelta con algunas protestas); pinchazo, media perpendicular ladeada -aviso-, descabello (ovación y saludos). Plaza de La Malagueta, 13 de agosto. 5ª de abono. Cerca de media entrada.

El Califa no se entiende bien con el capote; al tercero no lo llegaron a picar: no pasó de una regañuza. El toro lo peleó y el torero cortó por lo insano. El quinto fue el mejor del encierro: El Califa se reveló como un torero de valor, tan seco como su toreo, que es perfilero, sin adelantar los engaños, con cites tanto de lejos como de cerca, bajando las manos y quebrantando los toros. Y regular, algo impredecible y de corto repertorio. Acusa la lesión de la mano, tiene dificultades para matar y se fue dejándonos con la duda de su futuro.

El sexto toro, ya en el turno normal, correspondió al recién alternativado: éste lo recibió toreando con gusto a la verónica; el toro tenía poquita fuerza y fue picado de compromiso. David Vilariño es un matador reposado, que quiere hacer las cosas de forma lenta, por lo que tiene que parar mucho a los toros y, ahí, precisamente, se revela su punto débil, ya que el temple ha de ser muy preciso para que no le enganche la muleta. En algunas ocasiones, ocurrió esto, con lo que su labor, buena en conjunto, presentó altibajos a la hora de cuajar la faena. Fue una tarjeta de presentación digna, pero hace falta bastante más.

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