El sujeto histórico del cambio
Desde antesManuel Vázquez Montalbán
Riíkin, asesor de Clinton y uno de los neoliberales inteligentes, tan inteligentes que está seriamente preocupado por los excesos del neoliberalismo, se planteaba qué hacer con el nuevo voluntariado joven e internacional, capaz de sacrificarse por causas justas. Para el neoliberalismo intransigente, ese frente voluntario y mayoritariamente crítico representa lo que queda del naufragio de las ideologías revolucionarias. Para el neoliberalismo inteligente,puede ser una red asistencial que compense las inevitables agresiones que el capitalismo causa en el tejido social global y por tanto lo ideal es favorecer un voluntariado integrado, incluso en nómina, capaz de balsamizar las heridas del nuevo desorden económico internacional. Hace dos o tres décadas esta discusión hubiera sido un lujo verbal del espíritu, porque las espadas de la guerra fría estaban en alto y todo lo que debilitara a uno u otro bloque se convertía en perverso y exterminable. El otro bloque hoy es la suma de la vieja y la nueva pobreza y aunque aglutina a una mayoría histórica global, no constituye aquel sujeto histórico de cambio como pudo serlo el proletariado industrial, tal como decidió Sartre al frente de una legión de señoritos lúcidos y críticos. No hay un sujeto histórico de cambio delimitable, aunque sí aparece un sujeto crítico plural al que las ONG atienden como fríos mozos sanitarios de posguerra o como activistas en la clarificación del desorden económico, social, cultural, global y sus causas.
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