ETA agrava su escalada de terror con el asesinato en Navarra de un subteniente del Ejército
La banda mata de varios tiros en Berriozar a Francisco Casanova en su tercer atentado en menos de 27 horas
La organización terrorista ETA volvió a golpear ayer con saña asesinando en Navarra, con cuatro disparos, al subteniente Francisco Casanova Vicente, de 46 años, casado y con dos hijos, de 7 y 11 años. Un nuevo asesinato que se suma a la enloquecida espiral asesina desatada por la banda tras la ruptura de la de la tregua y especialmente acentuada desde el lunes, cuando murieron en Bilbao cuatro etarras al estallar los explosivos que transportaban en un vehículo para cometer un atentado.Ante esta vorágine, el Gobierno central pidió ayer expresamente a los ciudadanos un voto de confianza a su política antiterrorista e hizo un llamamiento para que no se caiga en "la desesperanza y el desánimo" después de que ETA cometiese tres atentados en tres provincias en menos de 27 horas con el resultado de dos muertos (un empresario y un militar) y once heridos. Es la mayor concentración de crímenes desde que la banda retomó las armas tras los 14 meses sin asesinatos.
El ministro del Interior, Jaime Mayor, tras despachar durante cuatro horas con el jefe del Ejecutivo, José María Aznar, en Oropesa (Castellón), donde éste último veranea, ofreció una rueda de prensa en la que reclamó a los españoles que respondan al desafío etarra con "resistencia democrática", que no es "pasividad", sino confiar en el Estado. El presidente del PNV, Xabier Arzalluz, mantenía el mismo silencio de días atrás.
Cuando el cadáver del presidente de la patronal guipuzcoana, José María Korta, era todavía homenajeado de cuerpo presente por miles de personas en Zumaia, donde fue asesinado, la banda retorcía su reto a la democracia, el más serio de la década, matando a un militar.
ETA vuelve así a la táctica del tiro en la cabeza, método por el que ha cometido cinco de los nueve asesinatos que suma desde que volvió a tomar las armas. Un único pistolero estaba esperando a que el subteniente de la Escala Básica del Ejército de Tierra Francisco Casanova Vicente llegase a su domicilio en la localidad navarra de Berriozar, colindante con Pamplona. Cuando a las 15.15 acaba de entrar con su vehículo en el garaje de su casa, el terrorista le siguió a pie y le descerrajó varios disparos en la cabeza. Deja una viuda, Rosa, y dos hijos, un chico de 11 años, que fue el primero en bajar al garaje y descubrir el cadáver ensangrentado de su padre, y una niña de siete años.
ETA no cometía un atentado mortal en Navarra desde el 6 de mayo de 1998, cuando acabó con la vida del portavoz de UPN-PP en el Ayuntamiento de Pamplona, Tomás Caballero. Sucesivas operaciones policiales han desarticulado en reiteradas ocasiones durante década al comando Nafarroa. La Policía sospecha que tanto el asesinato de Caballero como el de Casanova pueden ser obra de activistas desplazados desde otras provincias, que aprovechan la información que les facilitan colaboradores locales. Mayor confirmó anoche la inexistencia de un comando estable en Navarra en una breve comparecencia ante la prensa en el mismo cuartel en el que estaba destinado el militar asesinado. El titular de Interior viajó directamente desde Oropesa hasta Pamplona y allí se reunió con el ministro de Defensa, Federico Trillo, quien suspendió sus vacaciones en Murcia. El presidente Aznar siguió los hechos desde su lugar de veraneo. La representación del Ejecutivo en los funerales por José María Korta corrió a cargo del vicepresidente segundo, Rodrigo Rato.
El Ayuntamiento de Berriozar está gobernado por una coalición de Euskal Herritarrok y un grupo abertzale local. Con los ocho votos de la oposición (socialistas, IU y CDN), el pleno extraordinario aprobaba pocas horas después del crimen una moción de condena en que se resaltaba que "la figura humana de Francisco siempre será un referente de buen hacer para los ciudadanos de Berriozar" y se exigía a ETA que dejase las armas. Los cuatro ediles de la coalición abertzale presentes (otro más no asistió) se abstuvieron y presentaron una moción propia en que únicamente se "lamentaba" la muerte.
La lectura de la moción de EH fue interrumpida por constantes gritos de unos vecinos indignados que acusaban a la formación independentista de ser corresponsable de los crímenes y de tener en su mano la posibilidad de evitar nuevos atentados. El pleno se levantó entre gritos de ciudadanos que exigían la dimisión del alcalde, José Manuel Goldaracena, de EH.
El calado del desafío etarra ha cerrado la brecha que se abrió la semana pasada entre el Gobierno central y el primer partido de la oposición por las palabras de Mayor, ratificadas por el presidente José María Aznar, que calificaban al del PP como el primer Ejecutivo que "combate a ETA desde la democracia", términos que causaron un indisimulado malestar en el secretario general socialista, José Luis Rodríguez Zapatero. El propio Mayor, en la primera de las dos ruedas de prensa que ofreció ayer, hizo un reconocimiento expreso de la tarea de Gobiernos anteriores. Por la tarde, tildaba de "indispensable" la cohesión con los socialistas en la lucha contra los violentos.
El Ejecutivo y el PSOE se han citado para esta mañana en su segunda cumbre antiterrorista en lo que va de mes. Los interlocutores serán previsiblemente los mismos de la primera vez: el propio Mayor y el secretario general de la Presidencia, Javier Zarzalejos, por parte gubernamental, y los dirigentes socialistas Nicolás Redondo, Jesús Caldera y Alfredo Pérez Rubalcaba por parte socialista.
El voto de confianza que el titular de Interior pidió para su actual labor contra ETA fue de lo más expresivo: "Una política antiterrorista exige siempre un tiempo para que sea sólida y efectiva", dijo primero, para insistir horas después en que ETA "trata probablemente de aparentar lo que no tiene", aunque todavía "mantiene la capacidad mortífera suficiente".
Lo cierto es que en todo este año, mientras la banda ha cometido 20 atentados, trece de ellos sólo entre julio y lo que va de mes de agosto, con nueve muertos, las Fuerzas de Seguridad sólo han logrado detener en Zaragoza a dos activistas (Aitor Lorente y David Pla), que preparaban supuestamente el asesinato del alcalde de esa ciudad, y descubrir un piso franco en Vitoria donde un comando almacenaba 80 kilos de explosivos, armamento y datos elaborados de políticos alaveses. Interior tiene identificados a algunos de los responsables de la última cadena de atentados, pero ello no se ha podido traducir en detenciones. Desde el pasado mayo, tampoco se ha registrado ninguna nueva operación antiterrorista en Francia.
Infraestructura completa
La banda ha perdido además a cuatro activistas, uno de ellos con tan largo historial como Patxi Rementeria, militante de ETA desde 1981, en la explosión del pasado lunes en Bilbao, lo que puede haber dejado tocado al comando Vizcaya. El consejero vasco del Interior, Javier Balza, insistía ayer en declaraciones a la Cadena SER en la tesis de su departamento de que la organización terrorista cuenta con una infraestructura completa de comandos, información y escondites en cada una de las tres provincias de la comunidad autónoma. Tras los desencuentros de meses pasados, Mayor recalcaba ayer que mantiene un contacto "permanente" con Balza.La explosión del coche bomba de ETA de Bilbao ha confirmado también un hecho que los expertos antiterroristas han destacado en las últimas fechas: la capacidad renovada que tiene la banda tras haberla reestructurado y rejuvenecido durante la tregua y su intención de exhibirla como muestra de fuerza. De los cuatro muertos en Bilbao, tres tenían menos de 23 años y dos de ellos sumaban sólo una detención. ETA además parece estar moviendo rápidamente a sus activistas. Uno de los fallecidos por la carga explosiva que transportaban, Ekaitz Ruiz Ibarguren, es considerado presunto liberado (a sueldo) del comando que dirigía Rementeria cuando las Fuerzas de Seguridad del Estado le situaban a finales del pasado julio en Andalucía como uno de los miembros del grupo establecido en esa comunidad y al que se acusa de asesinar al concejal del PP de Málaga José María Martín Carpena e intentar hacer lo mismo con el dirigente socialista José Asenjo.
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