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Reportaje:VERANO SOLIDARIO

Cooperantes todoterreno

Margot Molina

Las organizaciones no gubernamentales son conscientes de que la solidaridad es una vocación que puede ser temporal. Por eso ponen a prueba a los aspirantes a voluntarios o cooperantes. "¿Por qué quieres ir a Perú a trabajar con los indígenas?, No te iría mejor El Vacie, para ayudar con la escolarización de los niños gitanos". Ante esta sugerencia, la mayoría pone pies en polvorosa. Los que se quedan, trabajan de verdad.Araceli Míguez (Sevilla, 1962) no es una recién llegada en temas de voluntariado y ha aprendido dos cosas fundamentales: detectar advenedizos y que para que lleguen las ayudas a sus destinatario hay que controlarlas sobre el terreno. Araceli es técnico de la Administración, trabaja en la Consejería de Presidencia, y colabora con la ONG Movimiento por la Paz, el Desarme y la Libertad (MPDL) desde 1981. La asociación tiene una delegación en Andalucía desde 1988 y hace tres años que ella es su presidenta, un cargo nada protocolario que le absorbe todo su tiempo libre, vacaciones incluidas.

Araceli fue uno de los cuatro miembros del MPDL que el verano pasado, para establecer un orden de prioridades en los proyectos, recorrió dos de las zonas más pobres de Perú: Ucayali, en plena selva amazónica, y Cajamarca, en mitad de una árida sierra.

Desde 1997, la organización ha invertido 25 millones de pesetas en Perú y los cooperantes quieren estar seguros de que el dinero no se pierde por el camino. "Mi misión fue recorrer los poblados indígenas y entrevistarme con sus alcaldes. A algunos de estos pueblos, los que están en las márgenes del río Ucayali, sólo se llega en barco, viven aislados en chozas construidas sobre pilares de maderas para evitar las inundaciones cuando crece el río", comenta.

Sistemas de regadío, la construcción de un pozo de agua, el techo para una escuela o una partida de suero antiofídico -un antídoto para las picaduras de serpiente- son algunos de los problemas que el MPDL está resolviendo en Perú. "En Lima hay muchas organizaciones europeas y norteamericanas que destinan grandes cantidades de dinero a la cooperación. Pagan en dólares y, en un país con un nivel de vida bajo, han creado una nueva clase de profesionales liberales peruanos que ganan bastante dinero y no salen de los despachos. Nosotros no queremos gente que trabaje por teléfono, sino todorrenos que estén codo con codo con las personas a las que ayudamos", comenta Araceli Míguez.

La presidenta del MPDL andaluz sabe moverse y, además de las cuotas que aportan los 1.200 socios que tienen en la comunidad, la organización consigue subvenciones del Ayuntamiento de Sevilla, la Junta y entidades financieras como El Monte.

"Las ONG no solucionamos nada, ni el hambre, ni las injusticias, ni el racismo; nos estamos especializando en poner tiritas para curar heridas graves. Lo que en realidad haría falta sería convencer a los Gobiernos de los países que se están destinando fondos a la cooperación a que, para empezar, respeten los derechos humanos", añade.

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Sobre la firma

Margot Molina
Ha desarrollado su carrera en El PAÍS, la mayor parte en la redacción de Andalucía a la que llegó en 1988. Especializada en Cultura, se ha ocupado también de Educación, Sociedad, Viajes y Gastronomía. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid. Ha publicado, entre otras, la guía de viajes 'Sevilla de cerca' de Lonely Planet.

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