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Masa

Emilio Carrillo es un antiguo conocido de los tiempos de la transición. Llegamos incluso a participar en el mismo proyecto político que entonces representaba el PCE. Después, nuestras trayectorias han seguido caminos diferentes, salvo una breve incursión en actividades conjuntas para la renovación de la izquierda, esfuerzo que quedó, todavía no sabemos cómo, en la nada.Hoy, Emilio Carrillo, ejerce de delegado de Economía, portavoz y hombre fuerte del grupo socialista en el Ayuntamiento de Sevilla, intentando llevar adelante esforzadamente una coalición y un equipo de gobierno manifiestamente mejorable. Una de sus obsesiones como gobernante de la ciudad es atraer el turismo y localizar quién es el causante de la revolución que se produjo durante la dichosa madrugada de la Semana Santa pasada.

Carrillo, y su grupo de gobierno, no está conforme con las explicaciones de las fuerzas de seguridad. Insiste en que hay una mano negra, una cierta conspiración (¿se acuerdan de los niños pijos?) detrás de aquellos acontecimientos. Nos avisa de que eso es lo que está ocasionando la sensación de inseguridad entre los turistas que visitan la ciudad del Betis. Vamos, que aquella noche fatídica puede ser para el turismo sevillano lo que el accidente de Gonesse para el avión Concorde.

No voy a polemizar con el amigo Carrillo. Como estamos en tiempos de holganza y vacación le recomiendo que aproveche estas horas bajas de agosto para hojear Masa y poder, el libro de Elias Canetti. Es una aguda interpretación sobre el comportamiento de la masa, el gran protagonista del siglo que se nos va.

En sus páginas se analiza cómo se forma espontáneamente, cómo se desarrolla uniformemente y cómo se llega a disolver. Hay masas de todo tipo: abiertas, cerradas, tribales, políticas, ociosas, espectadoras, religiosas.

Pero todas, a pesar de sus diferencias, suelen comportarse de forma similar en sus reacciones de miedo, gozo, apoyo, rechazo u odio. No siempre detrás de un movimiento de masas hay un creador. Aunque nos duela a aquellos que creíamos hace 25 años que a las masas simplemente se les orientaba y organizaba.

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