El móvil resucita en Alemania el espíritu de la guerra fría
Las medidas de seguridad en la subasta de licencias UMTS ponen a prueba los nervios de los contendientes
"Me siento como si estuviera participando en Gran Hermano", dice uno de los técnicos de Telefónica Intercontinental enviado a la subasta de licencias de telefonía móvil multimedia (UMTS) en Alemania. Las autoridades germanas han creado en torno a la subasta unas condiciones de seguridad propias de la mejor novela de John Le Carré en plena guerra fría, provocando una enorme tensión entre los siete grupos en la puja. Los contendientes permanecen encerrados cada día entre las 8 y las 18 horas en una antiguo barracón de las fuerzas estadounidenses en Alemania. Objetivo: conseguir una de las entre cuatro a seis licencias que va a conceder Berlín para explotar la tecnología sobre la que van a converger Internet y la telefonía móvil a partir de 2002. Las instalaciones se encuentran en la localidad de Maguncia, a 30 kilómetros de Fráncfort en dirección a la frontera francesa, y cada uno de los consorcios dispone de una sala con capacidad para tres o cuatro personas dentro del barracón. Los servicios de seguridad del Ministerio del Interior se han encargado de blindar el espacio radioeléctrico para evitar cualquier posibilidad de espionaje electrónico.
Las salas se distribuyen a lo largo de un pasillo, tres a un lado y cuatro al otro. Los representantes de Telefónica, que compite junto a la finlandesa Sonera, no saben qué grupo está al otro lado del muro. "Ni siquiera nos cruzamos en el pasillo y cuando salimos del cuarto, para lo que sea, lo hacemos acompañados de uno de los reguladores. Es como un colegio". En el perímetro de la finca, vigilantes y cámaras impiden el acceso al barracón del personal no autorizado.
Los representantes de la Regulierungsbehörde für Telekommunikation und Post (RegTP), el regulador de las telecomunicaciones alemanas, reparten a primera hora de la mañana el menú del día. Minutos más tarde se abre la subasta (http://www.regtp.de). Los representantes de cada grupo disponen de dos líneas de telefóno dotadas con la misma tecnología de encriptación (para evitar escuchas no deseadas) que utilizan las fuerzas de seguridad y el Ejército alemán. Por una pueden comunicarse con sus cuarteles generales; por la otra, con el responsable de la puja, por si hay dudas.
Las ofertas se trasladan a una sala donde otro representante de la RegTP las registra. El proceso dura unos minutos y cuando termina la ronda, el regulador marca el final con un toque de silbato que los contendientes pueden escuchar desde sus cuartos. De una a dos, se sirve la comida.
Tras la última ronda celebrada ayer, la número 66, todos son ganadores provisionales de alguno de los tramos de frecuencias que darán derecho a las licencias: Viag (participada por British Telecom), Mobilcom (France Télécom), 3G (Telefónica y Sonera), Mannesmann (Vodafone), Debitel (Swisscom y Debitel), E-Plus (con la holandesa KPN) y T-Mobil (Deutsche Telekom). La cantidad ofrecida ha superado tras cinco jornadas el billón de pesetas (6.307 millones de euros, 1,04 billones de pesetas), aunque todavía está por debajo de las expectativas de los reguladores debido a la cautela con la que actúan los contendientes. Se necesitan, al menos dos tramos de frecuencias para poder dar servicio y se prevé que el proceso dure semanas. "No queremos caer en los errores de la subasta británica", reconoce un portavoz de Telefónica.En el Reino Unido se pagaron 6,5 billones de pesetas por cinco licencias. Telefónica se retiró cuando su oferta superaba el billón. La experiencia británica abrió los ojos a otros Gobiernos, que piensan utilizar los ingresos para reducir déficit públicos, pero también ha retraído a las operadoras.
De momento, los compromisos financieros con el UMTS, una tecnología que no estará disponible hasta mediados de 2001 como pronto, han hecho caer las cotizaciones de las principales operadoras en Bolsa y hacen tener a los consumidores que las tarifas no serán tan bajas como se promete. En España el Gobierno concedió cuatro licencias en marzo pasado por 86.000 millones de pesetas mediante concurso basado en aspectos técnicos, compromisos de inversión y garantías de extensión del servicio.
"Creo que el regulador alemán ha creado este ambiente para que los nervios se desaten y las cifras se disparen", aseguraba el representante de un consorcio multinacional a una agencia de noticias. Cuando la subasta británica, los contendientes enviaban desde sus respectivas sedes un fax encriptado con el contenido de la oferta. Cada ronda duraba 30 minutos, aunque los contenientes se volcaban en los tres últimos a la espera de filtraciones sobre las ofertas rivales. "En Alemania no puede ocurrir", sentencia uno de los encerrados, joven, frío, políglota y acostumbrado a guardar grandes secretos.
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