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Reportaje:PANEL DE AGOSTO

Vistas sobre ruedas

Cientos de personas utilizan cada día alguno de los 20 autocares turísticos que recorren las principales calles de Centro

"Pensaba que Madrid era grande, pero no tanto. Mientras te escribo, Roberto y yo paseamos por el centro de la ciudad. Hace mucho calor, creo que el reloj marca 40 grados"... Quien escribe se llama Marina, es argentina, tiene 24 años y llegó hace tres días a la ciudad. Un poco incómoda, Marina escribe desde la parte superior de un autobús turístico, sin techo, uno más de los casi 30 que recorren cada día el centro de la capital."Le envío una postal a mi familia", dice Marina con una amplia sonrisa en la boca, mientras Roberto, su esposo, la mira divertido. Los dos han llegado a Madrid para pasar unos días. Es su luna de miel y en el circuito europeo que llevan a cabo desde hace más de un mes, la capital española no podía faltar. "Nadie quiere perderse esta ciudad. Es realmente hermosa", dice Roberto.

Son las dos de la tarde y a esa hora las paradas turísticas están casi desiertas, y los autobuses, también. "Es un mal momento, pero tenemos que aprovechar cada minuto de nuestra estancia aquí", dicen los recién casados. Los que peor lo pasan parecen ser los conductores y las guías, a quienes el sofocante calor casi hace desfallecer. "Cuando acaba el turno terminas de los nervios", cuenta con sorna Enrique, un conductor. Pero a él no le preocupa, porque, al fin y al cabo, su gran sueño, dice, fue siempre "ser conductor". "Yo creo que lo peor es el calor", apunta Pilar, una de las guías del autocar.

En un día como hoy, lo normal es que la afluencia de público disminuya considerablemente. Es mediodía, lo que los trabajadores del sector llaman "horas muertas", difíciles de soportar. "A partir de las seis de la tarde", cuenta una guía, "la gente empieza a salir porque hace menos calor". Esa gente a la que se refiere son turistas que en un 90% proceden del resto de Europa, de Estados Unidos y Japón. "Aunque también hay latinoamericanos y españoles", asegura Pilar. Los días preferidos por los nacionales, cuenta, son los de la Semana Santa. "Entonces vienen muchos catalanes", afirma.

En un recorrido normal, y sin bajarse del autocar, el corazón de Madrid se puede ver en una hora y quince minutos. Pero los pasajeros tienen la opción de subir y bajar del vehículo cuantas veces quieran. Un día de visita panorámica cuesta 1.600 pesetas para los adultos y 800 para los menores de 15 años. Los niños pueden subir gratis. La Puerta del Sol, la plaza de España y el Museo del Prado son, casi siempre, los lugares que más atraen a los turistas. Desde allí y desde otros 13 puntos más de la capital se puede tener acceso al servicio.

Un responsable de Madrid Visión, una de las cuatro empresas que gestionan el sector, calcula que la previsión de turistas que utilizarán el servicio durante este año es de aproximadamente 100.000 personas. El año pasado Madrid Visión contaba con cuatro autocares y ahora ya tiene ocho. Las cuatro compañías están a la espera de que el Ayuntamiento regularice su actividad. Ya el pasado julio, el pleno municipal aprobó el pliego de condiciones que deberán cumplir las empresas que gestionan los autobuses turísticos. Pero algunas todavía están a la espera de noticias: "A nosotros no nos ha llegado nada. No sabemos si esto va a entrar en concurso público o no. Nadie nos ha avisado", comenta la responsable de Turisbus, otra de las empresas del sector.

La situación del transporte turístico, inmersa en un vacío legal, obligó a que el año anterior el entonces concejal de Circulación y Transportes, Fernando Martínez Vidal, expidiera una licencia provisional. Este año, tanto el PSOE como IU pidieron al consistorio que se hiciera cargo del servicio mediante autobuses de la Empresa Municipal de Transportes y que no lo dejara en manos de privados, pero el ahora concejal de Circulación, Sigfrido Herráez, rechazó la propuesta.

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Las cuestiones políticas poco importan a Roberto y a Marina, los dos turistas argentinos que esta tarde recrean la vista por las calles del centro de Madrid. "A muy pocos les interesa la política en vacaciones", comentan entre risas. La atención de Roberto y Marina la ocupa la voz en el oído que paso a paso y parada tras parada va contándoles que Madrid, la capital de España, está habitada desde la era cuaternaria; que su símbolo es el oso y el madroño; que los cristianos trataron de arrebatarle la ciudad a los árabes en múltiples ocasiones y que la Gran Vía fue durante años la zona más turística de la ciudad. Todo ello, aderezado con suaves melodías flamencas, con jotas y con chotis.

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